...así que cuando caía la noche lo bajé desde la plaza a la sala hipóstila para mostrarle el dragón que vivía allí desde hacía muchos años. Desafiando la vigilancia de los Mossos d'Escuadra y abriéndome paso entre una nube de japoneses armados con potentes flashes senté a mi nieto sobre el dragón, de igual modo que lo hice yo cincuenta y tantos años atrás, y cabalgando el ocaso de Barcelona se convirtió en un nuevo caballero mágico. La vida continuaba y los sueños se habían renovado.
viernes, 28 de diciembre de 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
Generaciones
Hace poco más de un año cayó en mis manos un artículo médico titulado Effect of Generational Composition on the Surgical
Workforce, que traducido significa Efecto de la composición generacional en el
personal quirúrgico, firmado por Kimberly
Vanderveen y Richard J. Bold, dos cirujanos de la Universidad de California
dedicados a la Cirugía oncológica. El texto no hace referencia a aspectos
técnicos ni clínicos de los tumores
malignos, sino que analiza las
diferencias psicológicas y sociológicas de los profesionales quirúrgicos en relación a su edad y por tanto bajo qué
influencias globales, familiares, y de entorno,
se han formado como personas y como médicos. Diferencian
cuatro generaciones: Veteranos
(nacidos entre 1900 y 1945), Generación
del Baby Boom (nacidos
entre 1945 y 1965), la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980), y la Generación de fin de Milenio (nacidos entre 1980 y 1999). De cada una de
ellas definen desde sus rasgos humanos más relevantes hasta los arquetipos más
genuinos de sus respectivas infancias y adolescencias, pasando por el entorno
familiar de aquellos años, los
movimientos sociales y los progresos tecnológicos acontecidos. Así, los Veteranos
están fuertemente influidos por el patriotismo, su rasgo psicológico más
destacado es la lealtad, y se hallan
inmersos en una organización profesional de corte militar. Las cosas cambian en
la siguiente generación, la del Baby Boom (estallido de natalidad), que alcanza la prosperidad, en un tiempo en el
que aflora el optimismo general como señal de la época, en la que se produce la
Guerra fría, llega la televisión a todos los hogares, y en la que nace, por
ejemplo, Bill Gates. Los siguientes van a ser menos favorecidos por las
circunstancias, la denominada Generación X. Son la generación del escepticismo,
la de los niños cuyos padres se divorcian y tienen la llave de una casa vacía
al volver del colegio, en tiempos de escándalos políticos como Watergate, de
jóvenes estrellas del rock que se suicidan por la incapacidad de asumir el
éxito masivo sin el hipotético consuelo de las drogas como Kurt Cobain
(cantante de Nirvana). Una generación acuciada que no digiere la fuerza
expansiva de un materialismo creciente impulsado por la irrupción de las tecnologías informáticas, o la
pandemia del SIDA. Gente más difícil que no acepta el mando, que busca
dirigirse a sí mismo. Con esta perspectiva, y con la progresiva implantación de
los medios de masas, la previsible evolución de la siguiente generación no se
presume esperanzadora, pero de nuevo el rumbo
varía. La Generación de los nacidos a fin del Milenio se desarrolla en un ambiente de multiculturalismo
que aproxima posturas y resiste mejor la
invasión del boom tecnológico, se unen a él en lugar de temerlo, se tornan más
realistas. Ese realismo es su rasgo personal más destacado, y se adhieren a
colaborar en distintas causas al servicio de un teórico mundo mejor. El perfil
de los cirujanos de los últimos cien años queda así esquematizado. En el texto
se discuten los pros y los contras de cada generación con una acertada
ponderación basada en la experiencia de los dos autores.
Lo más interesante es que el artículo baraja las interrelaciones de
esas distintas generaciones que coexisten en mayor o menor medida en los
equipos quirúrgicos, aunque los más jóvenes se encuentren todavía en fase de
formación profesional. Todos interactúan y hacen complejo el desarrollo de las
misiones y actividades. Complejo no significa difícil ni imposible, significa más
laborioso y más multifactorial. Las tareas delicadas requieren muchas sensibilidades,
aceptando aquellas innovaciones y aportaciones de interés de los profesionales
involucrados en los procesos. Requieren entente cordial y concentración para
lograr el buen fin, siempre bajo objetivos
razonados y razonables. En cualquier caso debe balancearse con el mayor
acierto posible el impacto de cada profesional con su peculiar estilo de vida,
incluyendo lo mejor de cada generación sin que ninguna de ellas capitalice de
forma exclusiva el modo de hacer individual.
Este papel, publicado en 2008, puede
hacerse extensivo a cualquier aspecto de la vida profesional de nuestra
sociedad. En cualquier ámbito laboral o social estas generaciones están
presentes, trabajan codo a codo, y el verdadero talento reside en darles a cada
cual su proyección y expectativas, pero también en restringir sus peculiares tendencias
negativas. Todo desiderátum perfeccionista no es viable, por lo que es mejor
quitárnoslo de la cabeza. Sin embargo, no sería mala cosa recuperar la confianza
en la siguiente generación, la que ha empezado a nacer en el nuevo milenio y
que es todavía una incógnita. Visto todo lo anterior solo apostando por ella
desde nuestro rol de predecesores, es decir, dedicándoles atención y esfuerzos,
es probable que obtengamos un digno relevo. Probable.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
El Mayordomo
La sospecha del mayordomo ante el
delito es un clásico de la realidad y de la ficción. La cercanía le involucra,
y desde las novelas de Arthur Connan Doyle al espionaje y revelación de
documentos pontificios la situación se ha reproducido en incontables ocasiones.
Podríamos asemejar, estructuralmente o directamente si así les parece, que el
personal sanitario es el mayordomo de la Sanidad. El sistema de recursos
humanos que la protege es vulnerable, como también sus gestores y responsables.
Yo, como médico, opino que somos altamente sospechosos de la
grave amenaza que padece la Sanidad Pública, cuando menos como cómplices
necesarios en su destrucción. Sin sesgo alguno, y en mi blog, reflexiono sobre
el delito.
Los movimientos contra la
privatización de la Sanidad, su denuncia y oposición, me recuerdan esos
legendarios casos de los anales judiciales en los que el autor material del
delito encabeza la cruzada para desenmascarar al culpable. Ni más ni menos.
Después de más de treinta y cinco años ejerciendo
la Medicina Pública exclusivamente, mi percepción del problema es bastante
clara. Advierto de que no conozco ninguna solución milagrosa para el desajuste
y malfuncionamiento de la macroasistencia actual, pero si he tenido tiempo de
comprobar donde están los escollos.
En primer lugar son los profesionales, con sus actuaciones,
los responsables directos de la calidad. “Calidad
es saber hacer lo mejor para un paciente con los recursos disponibles”.
Este concepto no es cuestionable en lo más mínimo. En este punto empieza el
problema, ya que no se actúa siempre
bajo el criterio de calidad. No todos
los profesionales están al mismo nivel, del nivel básico exigible. Esto es una
certeza. He presenciado desde ocultaciones de diagnóstico a un paciente por no
saber llevar a cabo el tratamiento hasta graves perjuicios por temeridad
profesional. La Universidad, y los hospitales docentes, no forman de modo
homogéneo, ni siquiera en lo fundamental, a estudiantes ni postgraduados. Sus
consecuencias directas son errores sobre el paciente, desde complicaciones
hasta mortalidad, y no precisamente errores circunstanciales sino por
incompetencia. En teoría la buena marcha de un sistema sanitario depende de lo
que estemos dispuestos a aportar con nuestros conocimientos y dedicación, es
decir de nuestro bagaje e implicación. Y dicho sea de paso que ningún director
o gerente me ha prohibido estudiar ni prepararme a lo largo de estos años,
aunque debo reconocer que tampoco me han animado a ello.
Llegados a este punto ya estamos imputados en el caso. Hay más
sospechosos, cierto. La Administración no tiene entrañas sensibles. Formula su
participación como un pagador que poco o nada conoce del negocio, poblada de
funcionarios que en el mejor de los casos cumple con su misión burocrática, y
el resultado es la deficiencia. Cualquier empresario que ni conociendo el
oficio ni estableciendo cauces de comunicación ininterrumpida con los
trabajadores de su fábrica tiene los
días contados hasta la quiebra. Tampoco los sabe seleccionar, y sigue emperrada
en hacer una prueba escrita y contar méritos documentales para contratarlos de
por vida laboral. Señores, esto puede que sirviera en tiempos de Napoleón,
inventor de este sistema, pero los tiempos han cambiado. Y por último están las
injerencias políticas. El cáncer, los traumatismos, las cardiopatías, o las
infecciones no son cuestiones políticas
sino patologías sin adscripción partidista. Yo jamás he indagado en la ideología
de mis pacientes, mientras que los cargos electos es lo primero que comprueban
antes de tomar decisiones de idoneidad para un puesto a otorgar. Mal asunto.
He visto muchas tragedias.
Muertes por desatención, graves complicaciones, denegación de auxilio, trafico
de recién nacidos, corrupción terapéutica con Laboratorios y proveedores,
ensayos no controlados ni autorizados, agresiones entre sanitarios,
substracción de material y medicamentos, chantajes, acoso sexual, y sobre todo desentendimiento, pasotismo,
desidia. Y no todo ha sido anecdótico, sino que se sigue perpetrando. ¿No es,
cuando menos, sospechoso el mayordomo?
Sé que las protestas asamblearias
continuarán, pero lo que más me preocupa no es el uso político que pretenden,
eso es el barullo de la corriente tan solo, el río revuelto. Lo preocupante es
que detrás de todo ello sigue sin procesarse al autor material, ese colectivo
sanitario acomodado en una dinámica
funcionarial que debería ser adalid de la calidad con su labor día a día. Por
el contrario, puede que si hubiésemos
asumido ese objetivo con eficiencia, con tradición ética, por más
corporativista que pareciera, ningún gestor ni político se hubiera atrevido a
reformar chapuceramente, ni siquiera a
cuestionarnos.
lunes, 10 de diciembre de 2012
La segunda oportunidad
Y si le diéramos la oportunidad a
Dios de llevar a cabo la Creación?, `pero una más benigna y equilibrada, más
decorosa y decente. La de los orígenes
de las especies, contada por Darwin, no ha funcionado. Es muy probable que los
agnósticos tengan razón ya que esta barbarie
pestilente no puede ser obra divina. Ahora que se acerca el 21 de
diciembre de 2012, y según el calendario Maya esto se acaba, podríamos darle la
oportunidad a otro artista. A ver si se
maneja mejor combinando azúcares y aminoácidos venidos del espacio sideral, y
bloquea los genes del terror, de la codicia, de la corrupción, y de la Unión
Europea. Todas estas lacras nos han hecho y nos hacen muy infelices, así que
hay que comenzar de nuevo. Espero que los Mayas tengan razón y nos veamos
dentro de unos miles de eones sin tanta fetidez, sin fútbol, sin políticos, y
sin independentistas. Ahí lo dejo.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Puertas pobladas
Hace algunos años detecté, observando a las personas, una
actitud atípica e incómoda que cíclicamente se produce según el estado de ánimo
colectivo. El hábito en cuestión es el
de pararse a conversar en el dintel de las puertas impidiendo así el acceso de
quienes quieren atravesarlo. Curioso. Dicho está que las puertas cerradas
guardan pero las abiertas están para franquearlas y ejercer la libertad del
tránsito. Me da que pensar esta observación antropológica, casi ritual, cuando
los tiempos son difíciles. Por más espacio que exista a ambos lados de la
puerta el grupo se sitúa en medio, obstaculizándola. En verdad no sé exactamente
a que corresponde esta costumbre, ni cuáles son los vericuetos de dicha
conducta, pero he constatado que se da en tiempos de regresión. Lo óptimo es dejar el paso libre y expedito,
útil a los movimientos y desplazamientos, y ahora sucede lo contrario.
Enigmático
He barruntado que cuando hay demasiada ociosidad, es el
caso de nuestra sociedad, podría propiciarse el fenómeno. También ser a causa de una exaltación del abuso de
derecho a permanecer donde a uno le dé la gana. Tal vez por desconsideración
hacia los que nada tienen que ver con el grupo congregado. Incluso como mecanismo reivindicador de
quienes obstruyen. A lo mejor por miedo a ser invadidos por enemigos que
accedan a través del dintel. Si son cuestiones cavernarias no lo sé.
Probablemente sea consecuencia de todo lo anterior en comjunto. Entonces vamos
mal. Será que en el desespero colectivo emergen reacciones atávicas,
ancestrales, esas que el filo de los siglos y su civilización fueron
desbrozando poco a poco hasta presentar un código de buenas maneras y
convivencia liso y universal. Pues ya vemos, que no, que vuelta atrás.
Esta observación de campo
personal no tiene ningún rigor científico, cierto. Pero reparen en ello, ya lo comprobarán. Algo significa.
domingo, 11 de noviembre de 2012
¿Y yo que haría?
Me
hago esta pregunta mientras reflexiono acerca de la “precaria” situación
económica que padecemos. Todos estamos expuestos a quedarnos sin un céntimo, todos,
así que conviene pensar en ello y planear soluciones. Pediría ayuda. Conozco a bastantes personas
que podrían hacerlo, pero intuyo que solo me darían excusas y poco más. Saldría
a buscarme la vida, aunque los que, como yo, somos monotemáticos laboralmente
dudo que consiguiéramos algo substancial. Ahora recuerdo una lejana conversación
que mantuve hace muchos años en una taberna del puerto de Mahón con un
vagabundo y que viene al caso.
Mientras
esperaba la apertura del consignatario de buques que había transportado mi
coche, entré a tomar un café en uno de esos
novelescos bares que decoran las dársenas. Junto a mí, un desaliñado personaje
vestido como un espantapájaros se tomaba una copa de gin, y solo eran las ocho de la mañana. No le faltaba osadía al
caballero ya que a los cinco minutos estábamos conversando como tertulianos
habituales, y quemando etapas me sugería
principios vitales prefilosóficos.
Ustedes, los turistas, creen que
lo que se gastan vale lo que disfrutan, pero están muy equivocados –sentenció
con recochineo- La vida es más simple y barata. No hay que complicarla nunca. Si
acaso, y discúlpeme, la vida es como el palo de un gallinero..
¿Cómo el palo de un gallinero?
-inquirí sorprendido- ¿A qué se refiere?
Pues verá -repuso con cierta
discreción-, es corta y llena mierda.
Quedé
atónito. Pensé que estaba algo majareta, pero había un misterioso aplomo en sus
palabras. Apuró la copa y se señaló con
el dedo.
Yo no pago impuestos, tengo una
sola muda, y mi DNI está caducado. No tengo prisas ni temo a nadie -dijo con
soltura mientras rebuscaba una colilla en sus bolsillos- Ya lo ve, mi casa es
el mundo.
A
pesar de su desaseado aspecto aquel no era un hombre cualquiera, sino alguien
que sabía interpretar al dedillo su existencia
sin lamentarse de ella. Se despidió cortésmente y salió de la taberna.
Si
nos llega la ruina siempre podremos hacernos vagabundos. Juro que, aquel,
desesperado no estaba, y nada poseía.
domingo, 28 de octubre de 2012
María Luisa
Perteneció a la Orden de las
Mercedarias, María Luisa fue monja. Cuando uno tiene acceso directo a conocer,
de primera mano, sobre cualquier realidad puede considerarse un ser afortunado. Así, con ella, comprendí la profunda tragedia
de África y su cautiverio perpetuo, como el de un león atrapado en el fondo de
una trampa, desde donde, a pesar de la fuerza y el vigor, nunca se consigue
salir. Ella vivió cuarenta largos años en una Misión del Congo, antes Congo
Belga, luego Zaire, y de nuevo Congo.
Nos
dejó hace más de un año, un sábado de febrero, cuando tenía 83 años. Larga vida
para una mujer afanada en la Educación de un entorno hostil y peligroso, y
cruel. Me habló de la sinrazón hecha costumbre, de la fatalidad de las luchas
tribales, del efímero sueño traído por el colonialismo europeo, de la maleta
llena de medicamentos y útiles que le robaron mientras rezaba en la basílica de
San Pedro, de los interminables viajes en avión sin enlaces garantizados, y de
la bondad de mucha gente: el gran patrimonio de la esperanza. Falleció en Bérriz,
en la Casa conventual.
Supe
que las Mercedarias tienen entre sus Normas preceptivas la de poder
intercambiarse por un condenado a muerte, todo un escalofrío para mi mentalidad.
Supe que padecía unas fiebres cíclicas, con fuertes escalofríos, y en una
ocasión le extraje una muestra sanguínea para cultivo: no se detectó ningún
germen ni virus ni parásito. África es un inagotable misterio de Patología. Supe
que pasó miedo, privaciones, amenazas. Y supe que una vez le reconocieron, hace
pocos años, con nombres y apellidos en un largo prontuario de españolas y
españoles (laicos y religiosos) que dedican su altruismo al continente africano,
publicado por el periódico El Mundo. Cuando la localicé en el larguísimo
listado me emocioné. Allí, entre cientos de abnegados servidores, estaba ella,
con la grandeza de ser uno más, con el esplendor de la colectividad
bienhechora, sin subrayados, sin entrevistas, sin foto, con la gloria de la Humildad, la más elevada gloria.
Cuando enfermó, ya en España,
hicimos cuanto pudimos hasta que la progresión de su dolencia fue
incontrolable. Se fue también humildemente, sin gran penuria, en compañía de
sus hermanas religiosas, las que codo con codo dedicaron su vida entera a algo
grande: a ayudar a los seres humanos más necesitados, y por extensión a todos.
Incluyéndome a mí. Ahora, cuando recuerdo aquellas entrañables conversaciones, siento
como si repasara una lección magistral acerca de la trascendencia del ser
humano.
Cuanto nos queda por aprender de
María Luisa.
martes, 23 de octubre de 2012
SALDREMOS JUNTOS
Ni
injusticia ni terror ni hambruna se ciernen sobre Catalunya desde la “pérfida
España”. Ninguna de esas fatalidades puede invocarse como causa de la rebeldía
secesionista, antes debería tenerse en cuenta que las realidades de la
Comunidad y del Estado comparten no solo historia común sino dinámicas
continuas en estos momentos, pero el envite separatista no es un farol. Del
pasado pueden hacerse análisis exhaustivos, pero con la Historia ocurre como
con las pompas de jabón, terminan por desaparecer por grandes que se hagan y
nos maravillen. En la Historia se suele recordar más lo malo que lo bueno, de
forma que no es en sí misma una herramienta imparcial. Riguroso y cierto es que
Doña Petronila y Ramón Berenguer IV se
desposaron en 1137 en Barbastro y nació
la Corona de Aragón, pero de ello solo queda físicamente una placa con la
inscripción en la plaza de la Candelera, a pocos metros de donde vivo en la
actualidad. Abandonemos la retórica histórica por aquello de que Tarraco
Imperial tampoco tiene nada que ver con las industrias petroquímicas, ni por
asomo las chimeneas flameantes de subproductos volátiles nos recuerdan los
pebeteros romanos del circo o del teatro. Al final resulta que lo único seguro
es el futuro. El presente instantáneo casi no existe. Y con el futuro no es
prudente engañar, para eso ya está el pasado. Tenemos una incidencia en el
horizonte: Catalunya se ha vuelto obsesivo-compulsiva.
Cuando
yo era niño ya existían personas separatistas, las recuerdo, y antes de que yo
naciera también, y dentro de muchos años seguirán existiendo. Esto forma parte
del tejido social de determinadas regiones del mundo, aunque el caso de
Catalunya es peculiar, y me explicaré. Hay en ella una cultura propia bien
definida, trabajada, auténtica, aunque tal vez no espectacular en los cánones
de la excelencia universal, sin rango de civilización. Y no obstante es para
sentirnos orgullosos en la medida en que su trascendencia ha entroncado y
habita la cultura española, secularmente. En otras palabras: el gran
reconocimiento de la cultura catalana y su primer mentor ha sido España, desde los
albores. En estas horas confusas algunos tratan de inutilizar el primer
patrimonio de su expresividad, y reducir un colosal bagaje de identidades
comunes. Estas gentes se equivocan en la ponderación de la dimensión
intelectual de su propio valor. Lo más juicioso, por amor a Catalunya, sería
expandirse con el impecable activo de su “hecho diferencial”, creciendo en
presencia donde hay lazos verdaderos. Deberían cambiar el odio especulativo por
la categoría del mérito, aliarse sin fisuras en un proyecto común en lugar de
despreciar símbolos y personas, sobre todo personas con similar dotación
genética. Deberían demostrar que su prestigio está por encima de los arrebatos
de políticos mediocres o inmersos en una angustia estamentaria permanente, esos que invocan Europa como la tierra prometida. Por cierto, Europa es como las becas Erasmus, no existen, son los padres..
Nunca
renunciaré a mi origen catalán, por muchos avatares que se den. A título personal siempre he estado
convencido de que Catalunya es imprescindible para España, como ésta lo es para
Catalunya. Que nadie se desmoralice, saldremos de esta, y saldremos juntos.
domingo, 14 de octubre de 2012
Albert Boadella, catalanidades españolas
Uno no se encuentra alineado en
ningún pragmatismo político, religioso, ni social, supongo que como muchos y
muchos conciudadanos. De esta forma se vive la vida con un engorro menos, lo
cual supone una pequeña ventaja existencial que adereza el curso de los días
con el sutil toque de una especia en el guiso continuo del sueño-vigilia. Pero
no significa, para nada, quedarse al margen de todo sin opinión y sin razón.
Confieso que admiro a ciertos personajes significados y que se significan,
aunque en lo personal seamos muy distintos. Es el caso de Albert Boadella.
Con Boadella he tenido, avatares
del destino, coincidencias ciegas en otros tiempos. Para mayor abundamiento y
misterio, ahora resido en la localidad en la que estrenó La Torna, obra que le llevó a la cárcel tras ser juzgado por un
Tribunal Militar. Aunque él a mí no me conoce, le traté una faringoamigdalitis
aguda en la época en la que Els Joglars
representaban Alias Serrallonga en
Barcelona. El hecho no es tan enigmático, ya que una de las actrices del elenco
era amiga mía y una mañana me llamó con urgencia para pedirme un remedio rápido
y eficaz. Le indiqué lo que debía tomar como medicación y unos días más tarde
recibí una invitación (dos) para presenciar la obra. Quedé maravillado con
aquel montaje escénico tan novedoso y
delirante de una obra teatral que abordaba la sátira de un bandolero-símbolo y
del nacionalismo histriónico que ya había empezado a salir del armario por
aquel entonces, treinta años atrás. Desde entonces le he considerado un
personaje singular, con pros y contras, extremadamente inteligente y con un
talento teatral superior. Tan solo le ha faltado, o mejor, le ha sobrado un punto de
inflexión para convertirse en un autor universal: su localismo temático. El
mismo fenómeno que afectó al gran escritor español y catalán del siglo XX:
Josep Plá.
Catalunya es cuna de grandes
representantes de la esencia y excelencia mediterránea, de artistas,
intelectuales, y comunicadores de la cultura químicamente puros. Surgen de
forma aislada y desarrollan sus habilidades y su glamour al máximo nivel, pero
no saben trascender. Creo que embarrancan en el arrecife proceloso del
provincianismo, y aunque alguno haya alcanzado el reconocimiento internacional
siempre ha llevado el lastre extraño de su origen. Puede ser este el caso de
Salvador Dalí, o de Antonio Gaudí. ¿Cuál es la causa de este sino?
A decir verdad lo desconozco,
pero se me ocurre pensar en una forma primaria de fagocitosis de identidad
tribal. Es como si la sociedad autóctona de Catalunya impidiese la salida y
proyección de estos personajes geniales fuera del límite de su membrana
celular, y en caso de vulnerarla se desencadenase una reacción de demonización contra ellos en el citoplasma social. No sé si con otras palabras más simples se puede
explicar mejor la cuestión. ¿Avaricia? ¿Celos? ¿Ocultismo? ¿Inseguridad? ¿Envidia? Me
quedo con la última.
Su españolismo, volviendo a
Boadella, es todo un mecanismo de defensa más que un acto progresista. Conozco
bien el entorno. En mi barrio estaba el bar de su cuñado, el entrañable Boby
Ros, un púgil de los años 50 que alcanzó cierta élite en el boxeo de aquellos
tiempos. Tal vez por ese conocimiento instintivo del ambiente me atrevo a
teorizar sobre su ideología política, esa que inspira de forma vitriólica sus
obras. Albert Boadella no es ni será un icono antinacionalista, le falta
tragedia y compromiso existencial, pero resulta imprescindible en el panorama
gris de una decadencia nacional anunciada. Modestamente le entiendo y suscribo
gran parte de sus soflamas, sigo sus obras, la última -El Nacional- es una joya
de madurez teatral, pero nada me sirve de consuelo ante la nefasta impresión de
comprobar que sus sátiras tan acertadas como desternillantes se van a convertir
en una cruel y oscura realidad que no provoca más que tristeza y solo tristeza.
jueves, 27 de septiembre de 2012
Mi país
Ya no me gusta este país. Ni las
nostalgias doradas de otros tiempos mejores, ni los buenos recuerdos salvan la percepción amarga, y algo siniestra, que ahora tengo de
él. Siento una opresión pagana desprovista de argumentos y mensaje ascendiendo por la cuesta del hastío. No me
gusta lo que veo en el horizonte. Serán los momentos actuales, tal vez, o será
una extraña premonición. Oigo voces
destalentadas y opiniones alejadas de cualquier cordura. Hay demasiada mugre y
poca floración en medio de todo, y lo peor no es lo que hay sino la esterilidad
que se ha instalado. Algún día cambiará todo, pero, ¿de qué manera?
Sospecho que es por la incapacidad de todos, por la falta de perspectiva vital, por lo que hemos llegado a este punto. Nunca
hemos estado realmente preparados para cultivar el progreso y la convivencia,
nos hemos quedado en la estela del
desarrollo occidental, allí donde se acumulan los humos de la combustión de los
avances materiales, como seres adaptados a los residuos del proceso
evolutivo de Occidente. Pero no hemos puesto entusiasmo ni esfuerzo por
adelantar el puesto. Malas copias de simulacros civilizados. Pura fachada sin
convicción. Así tenemos el lugar que nos merecemos sin paliativos.
De mis recuerdos puedo contar que
hubo un tiempo remoto, en blanco y negro, en el que existió un atisbo de
superación, pero de eso ya hace muchos años. Ahora nos parecemos, en conjunto a
un muñeco de trapo que no se tiene en pie
y espera un milagro imposible que le
dote de vida y movimiento. Demasiado delirio y poca sensatez. No son tiempos de especulación sino de contrición,
en los que la realidad impone tal respeto que no vale mirar a otra parte o
dejar que pase el tiempo. Pasarán los
días pero no pasará el lastre.
Mi país está sacando lo peor de
cada casa a la calle, clama lo absurdo y se niega a recomponer los restos del
naufragio. Vive aposentado en un solar yermo por donde nunca pasa nadie y
persigue las nubes con la mirada. Mi país no se atreve a reconocer su deficiencia
colectiva, se zafa de cualquier propósito de la enmienda y se llena aspavientos
inútiles.
Mi país es ciego, sordo, y verborreico
domingo, 23 de septiembre de 2012
Viejos Rockeros
Uno pertenece a esa generación
que creció entre la aquella música inmortal del rock, y sin querer llevamos el
estigma indeleble de todo un proceso en nuestras mentes. Tal vez, incluso,
hasta en nuestros genes. Porque despertar a la adolescencia con acordes de
guitarra eléctrica deja, sin dudarlo, una impronta para siempre, por mucho que
a estas alturas de la vida tengamos menos pelo y no luzcamos un tipo estilizado.
Qué más da, lo crucial es comprender ese ritmo y ese sonido abriendo las
sensaciones a otra dimensión.
Este verano tuve la ocasión de
escuchar y disfrutar a dos grandes del rock. Tanto Norman Foster como Santi
Campillo, cada cual en su línea, atesoran esa genialidad de fundirse con su
guitarra y sacar de ella notas que liberan endorfinas en nuestro cerebro. Ahí
es nada. No hace falta ser un melómano
para gozar intensamente del rock, como
no hace falta ser un gourmet para disfrutar de un jabugo cinco jotas. Son
sensaciones de máximo alcance y como tales nos hacen felices por encima de las
circunstancias y los tiempos. Lo que ha significado esa música es muy complejo
y largo de analizar, pero hay formas domésticas de explicarlo.
A los diecisiete años tenía una
guitarra española, New-Phono, con la que aprendí a tocar, a acompañar mejor
dicho. Eran aquellos tiempos en los que coexistía el folk con el rock. Mi
ambiente me llevó al folk, ya se sabe…aquel tiempo, y compusimos, cantamos y
tocamos, canciones de ese género comprometido con lo social, lo justo, y lo
bello. El rock sonaba más feroz, más anárquico y más demoledor, siempre bajo
una inercia apabullante y menos ideológica. Al pasar los años he comprobado que
la herramienta poderosa de transformación hacia una sociedad nueva ha sido el
rock, aquel rock de estruendo cantado en inglés. Su fuerza está en su esencia, sin necesidad de comprender sus
letras, como un lenguaje primitivo que alienta a la acción y al cambio, como un
grito prehistórico que contiene el clamor de los deseos humanos.
Cuarenta años después he comprado
una Fender Stratocaster, como quien adquiere la espada mágica. Ahora todos
aquellos sueños de amor paz y derechos humanos de entonces se han desvanecido-
Sus cantautores, los que aún viven, gozan de un alto status y miran hacia otra
parte escenificando nostalgias (a petición de intereses políticos) con el riñón forrado. Ya ven. Por el
contrario, aquellos viejos rockeros son los únicos que siguen en la batalla
armados con sus guitarras, más pobres, mas ajados, canosos o calvos, tocando en
la calle o en garitos, haciendo sonar el mensaje de las cuerdas con la fuerza
de su amor al rock. Siento lo que ellos
sienten. Mejor tarde que nunca.
Conozco a algunos de esos viejos
rockeros…son gente sencilla, amable, y convencida. Larga vida al Rock.
lunes, 17 de septiembre de 2012
Idolos con pies de barro
Son
muchos, son legión, los que profesan admiración a muchos iconos y personajes.
Tal vez son demasiados para demasiada desmesura. La fiebre del incondicional
parece ser ya una pandemia, y ninguna enfermedad, por leve que sea, deja de ser
una grave amenaza cuando se da en grandes volúmenes de población. Los ídolos,
este es el caso, son ya a estas alturas un marcador específico de una
inquietante paranoia social. Les digo que ninguno de los personajes mediáticos
de nuestra sociedad merece tanta adoración.
Hay
ídolos cargados de dinero y de glamour que solo dan patadas a un balón, con más
o menos pericia, y merced a ello suscitan sentimientos fervorosos. Vaya regalo
de los dioses. Luego se permiten, algunos, hasta despreciar a quienes los
sufragan y aplauden. Aquí pasa algo muy anómalo. Otros provienen de la Política,
y representan algo similar como fenómeno, confiscando adeptos incondicionales
cuando son estrictamente servidores de la “res publica”. Si alguno de estos
salta, para su bien o para su mal, a la actualidad noticiable se exacerban las adhesiones
“inquebrantables”. Un mal síntoma psiquiátrico. Miren, toda esta gente tiene
unas responsabilidades asumidas libremente para la gestión de asuntos
generales, nada más. No puede ser que a cada paso que den una nube de
fotógrafos les capte para no sé qué colección o archivo gigantesco. La mayoría,
además, son feos/feas o
desgarbados/desgarbadas. Digamos que este proceso psico-mental de ellos
y de sus millones de adeptos se retroalimenta peligrosamente hacia un espacio-tiempo
cada vez menos inteligible.
Por
el contrario no se toma en cuenta, o no en la medida apropiada, a los seres
íntimos y directos, a los del entorno próximo, a los que circulan por la misma
escalera, la misma calle o el mismo
lugar de trabajo. A ellos les presuponemos con un soso reconocimiento, no nos hacen
vibrar con su amabilidad, sus buenas intenciones, o su cariño verdadero. Nadie
les fotografía, ni les entrevista, y nosotros apenas cruzamos unas simples
palabras. Los auténticos héroes de la vida están muy cercanos, pero para ellos
no hay más que simplezas y obviedades, en el mejor de los casos. Lástima.
Al
final, los ídolos con pies de barro están ganado la partida de la locura
emocional, y contemplando en primera fila el desaguisado nos convertimos en
cómplices necesarios del error. No estamos reaccionando bien en materia de
calidad sentimental, y posiblemente nos hayamos equivocado de camino, todos
juntos, en masa.
No hay mitos que valgan, solo hay vanidades
patológicas. Recuerden.
domingo, 9 de septiembre de 2012
EUROVEGAS, dudas y tentaciones
El mundo del juego autorizado es legal, o “legal”.
Son actividades comerciales que tributan por los beneficios obtenidos de sus
servicios, o “servicios”. Creo que se entiende perfectamente. Y la noticia de hoy es el anuncio de la
instalación de Eurovegas, que por
suponer la primera macroestructura lúdica que se instala en España se ha
convertido en un titular de alcance, en una “excelente noticia económica” (para
algunos), o en una fuente de oportunidades para otros tantos. Hasta aquí,
asépticamente, todo está en orden, pero hay más. No es que uno esté posicionado
en un rigor moral extremo, ni en una tendencia retrógrada, pero me han surgido
dudas acerca de Eurovegas, dudas conceptuales y hasta dudas políticas (que ya
es tener dudas).
La empresa pagará sus impuestos, contratará a miles de
trabajadores, y consumirá un alto volumen de suministros. Cierto. Donde había
terrenos yermos se levantarán extensas construcciones y con todo ello se
generará riqueza, en términos generales. Perfecto. Madrid aumentará su
presencia mediática, y se convertirá en una referencia mundial del black jack y la ruleta. Pero, como en el
juego de la bolita, las apuestas se pueden hacer hasta que se escucha el “rien
ne va plus”. Después todo sigue con un repique entre casilleros y la mecánica mas chapucera, pero más
inexorable, la hace posar sobre un número que decepciona a la mayoría y
alboroza a muy pocos, a uno solo, o a nadie. Lo esperpéntico es que siempre hay
al menos un ganador, a veces el mismo juez y parte del juego. Qué les voy a contar más.
Pues sí, les diré algo más, algo inquietante, algo de cosecha propia y no
contrastado, algo intuitivo.
Adelson ha descartado Barcelona por la inestabilidad secesionista
que ha percibido en Catalunya. Ningún empresario cabal pondría granjas de
cerdos, para la exportación, en Arabia Saudí por muchas garantías que le diera
la Realeza de dicho país. Esa es la cuestión. Y Adelson ha elegido Madrid por
ser la capital de un país necesitado, que bordea la ruina, dentro del cual es
muy sencillo poner condiciones a sus gobernantes. Nadie molestará a los
clientes, nadie se inmiscuirá en sus actividades ni en la dinámica de esas
noches de oropel, y nadie preguntará nada que ocasione incomodidad a los
asiduos u ocasionales con la cartera bien llena. Y si en alguna circunstancia
la cuestión llega a mayores, Adelson sabe que puede corromper con suma
facilidad, con la amenaza de cerrar o con discretos regalos depositados en
Suiza o en las Islas Cayman. Recordemos, una vez más, que España (y sus naciones asociadas) es un lugar donde lo único rentable es lo mas sucio, desde videos masturbatorios -intimidades para los amigos- hasta copiar y pegar macrocasinos -pactos fiscales para los enemigos-. Les prometo que hoy no estoy pesimista ni depresivo..
Solo me queda una última (iba a poner esperanza pero no la
pongo para que no se me malinterprete) petición fervorosa… que Eurovegas sea puta pero honrada.
sábado, 1 de septiembre de 2012
El tiempo mató a la estrella
Cualquiera de nosotros ha vivido la experiencia de la
involución ajena, de esa persona próxima
que durante mucho tiempo pertenece al
rompecabezas multicolor de nuestra vida
hasta que empieza a declinar. Es entonces cuando percibimos la pérdida inefable de una parte de nosotros mismos mientras el tiempo sigue avanzando, el frío aviso
de la caducidad existencial. Supone
algo inherente a todos los seres vivos, como el fenómeno de la
apoptosis o suicidio de una célula mientras el resto del tejido mantiene sus funciones. Se empiezan a anular algunas referencias en
nuestra vida como circunstancias imprevisibles, lazos estrechos que se
desanudan ante nuestro estupor aún persistiendo el esbozo fantasmal de lo que han sido. Es algo doloroso y tratándose de emociones entre humanos
concretos no son substituibles.
Sin referirme a nadie en concreto, o tal vez sí, durante años
había conseguido con él una suerte de
empatía que alcanzó grados de complicidad. Esperaba sus comentarios agudos con verdadero placer. Era ocurrente, parco y
directo, siempre respetable. Lejos,
ambos, en el espacio y en el tiempo,
orbitando en vidas distintas, nos aproximábamos en muchas ocasiones. Un ser con
personalidad, un punto de encuentro definido al que recurría sin el temor de
los intereses ni las dudas de las intenciones, por más que era real y corpóreo.
Todo un arquetipo espiritual con quien intercambiaba opiniones sin riesgos ni censuras. No era un tópico, había surgido de forma
inesperada en mi vida, y yo en la suya. Terminé por apreciarle muchísimo. Y un
día, no sé cuándo o no recuerdo, esa relación
empezó a debilitarse. Se espaciaron las conversaciones y se fueron acortando. Su chispa se hizo más tenue hasta convertirse en
un monólogo plano de sí mismo, sin trasiego de ideas, declarando sus
fatalidades cotidianas o sus intrascendentes juicios de alguna noticia mediática.
Ya no quedaba ni un ápice de fertilidad en nuestros diálogos. Se había hecho viejo, huyendo al
último reducto de la existencia, a ese
país dictatorial de las necesidades.
Todo el cariño seguía vigente,
pero en una especie de estado de coma.
La presencia había dejado paso al recuerdo. El tiempo “había matado a la
estrella”. En este caso no fue la radio.
A estas alturas solo queda amarle y atenderle, sin penas ni
glorias. Sin más.
sábado, 25 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
Bravo por Cecilia Giménez
No sufra Cecilia, usted no ha
hecho más que arte, no puede
avergonzarse de su restauración, ha pintado con dignidad y libertad. Si los
canones dicen una u otra cosa que más da, en sus trazos está lo mejor de usted.
Yo así lo reconozco, como una vibración benigna que me sugiere ese rasgo de otra naturaleza bien distinta a la de aquel “Grito” de Edvard Munch, éste mucho
más triste.
Celia, le admiro por esas horas
de dedicación, y le admiro aún mas porque ha dejado claro que son muchos los
legados culturales que necesitan atención. El aspecto del ecce homo antes de
restaurarlo es el de un alma que se va, que se desintegra en el tiempo, que nos
sobrecoge en la soledad del pasado lejano. Sin embargo hoy ha renacido y
circula de uno a otro confín. Veo algo misterioso en el nuevo aspecto del
rostro atormentado de Cristo, lo ha redondeado y lo ha desprovisto de esa
crueldad clásica que imprimían los pintores de antaño. Es posible que el nuevo
rostro sea más acorde al presente y al futuro, es un retrato menos hiriente y
menos herido, tal vez más caricaturesco para un mundo que no puede asirse a los
convencionalismos clásicos del sufrimiento desbocado del martirio y se vaya
transformando en una simplicidad, o
mejor en una sencillez existencial, que
resuma la pretendida voluntad de Cristo, ser un hombre más.
Como mejor ha sabido usted ha insuflado vida a la obra, gracias por
haberlo hecho. Recuerde que ya otros lo han dicho y que yo lo suscribo: El espíritu con
el que se hacen las cosas es lo que me interesa” (Robert Filliou. Artista destacado del Fluxus Art).
Animos Cecilia,
que por algo usted ya es parte de la historia de la Pintura.
miércoles, 22 de agosto de 2012
Noción de Superhombre
Cuando Nietzsche escribía acerca
del Superhombre lo hacía de forma intuitiva pero en referencia al entorno,
predominantemente clásico todavía, del Siglo XIX y venía a decir que un nuevo y
trascendente paso evolutivo se daría en el futuro de nuestra especie. Reconocía
, ya entonces, que el estado psiscosocial del individuo se había quedado
obsoleto, que no se podía avanzar con un planteamiento reduccionista del
destino humano. Eso surgía en aquellos años de revolución científica,
industrial e ideológica, en aquellas décadas tan desafiantes contra el mundo precedente.
Por el contrario, el socialismo marxista
y el cristianismo inmovilista, cada cual por caminos bien distintos, situaban
al ser humano en una perspectiva colectiva desprovista de toda relevancia
personal, sin voz ni voto para su
enaltecimiento personal, a excepción de aquellos personajes convertidos por
esas facciones en iconos, líderes o santos.
Sin duda actuaron como potentes antídotos del “envenenamiento del Romanticismo”,
y aunque no consiguieron detener la concepción de un nuevo mundo basado, poco a
poco, en la evidencia científica, sus
doctrinas sectarias abrieron una radical confrontación que aún persiste.
Sucedió en aquel siglo de las luces.
Pero la advertencia del filósofo no terminaba en sus soflamas
megalómanas, sino que aventuraba una exigencia adaptativa del individuo. El
Superhombre quedaba definido como un ser virtuoso a todos los niveles. Aglomeraría
inteligencia sentimiento y capacidad. Así lo esbozaba. Los derroteros que ha tomado el ulterior devenir histórico le están dando,
lentamente, la razón. Nuestra actualidad exhibe un perfil de necesidades que
aboga por la competencia y la eficiencia de las personas, versus el amargo
destino, más bien fatalista, de las ideologías restrictivas del socialismo y el
cristianismo. Vivimos un tránsito
irremisible hacia la cualidad personal, hacia un modelo de sociedad que
contempla la implicación activa de sus miembros como fundamento de progreso y
como herramienta de sosteniblidad global. No se van a aceptar más náufragos en
el futuro que aquellos diezmados por su avatar vital, en el mejor de los casos.
El futuro colectivo será construido de forma activa por cada uno de los
miembros vivos de la sociedad. Siempre quedará el sentimiento solidario, la
caridad, el sentido ético, de cada uno
para ejercer la ayuda y la colaboración a titulo individual, como una de las
máximas expresiones de la libertad, pero el modelo global no admitirá la renuncia a procurar por uno mismo ni la delegación institucional
de la existencia como forma de absentismo de
los deberes y obligaciones personales.
A fin de cuentas somos seres
vivos y estas premisas ya las demostró el insigne Darwin a nivel biológico
evolutivo, precedido por el francés Lamarck. Estamos inmersos en el mismo
proceso que una bacteria prehistórica, exactamente el mismo. De haber fracasado
dicha bacteria en su adaptación y en su lucha constante por la supervivencia nosotros no estaríamos aquí.
viernes, 20 de julio de 2012
El Viejo y la Paloma
La vejez es una etapa misteriosa
de la vida. En ella si hay algo que predomina es la lentitud y no en un sentido
peyorativo sino como fenómeno de contención del natural desgaste biológico. No
hay velocidad vital ni de toma de decisiones, se anudan las pausas y se genera paciencia.
Paciencia, el gran ingrediente. Hace días que observo al viejo sentado en su
balcón tratando de dialogar con la paloma.
En un principio tan solo se miraban
como dos figuras de un cuadro holandés. Más adelante la relación había
progresado y ambos parecían estar aproximando una relación de silencio, pero
una relación al cabo. Hoy les he visto confraternizados, la paloma comiendo de
la mano del anciano. ¿Qué no es nada extraordinario?. Claro que lo es. Un
hombre solo, tan solo como muchos ancianos, recibe la atención de un ave a
cambio de migas de pan, y ha dejado de ser una figura de cera recostada en un
sillón al fresco. No sé si esa paloma es su único visitante, pero acaso sea el
único que busca su mano.
domingo, 15 de julio de 2012
ALGO MAS QUE UNA TEORIA: UNA CONJETURA DOMINICAL
Ahora, cuando el hombre se ha
vuelto más individualista y materialista que nunca anda preocupado por la
globalidad social, como si eso dependiera del sentir de cada uno o del sumatorio
de las opiniones e ideas de todos. Nuestro mundo no funciona así.
Nunca ha funcionado así, salvo en alguna novela. Funciona con acciones no con entelequias ni
con bagatelas de tres al cuarto. Antaño
el ser humano se preocupaba menos de sí mismo y más por su entorno, y muy poco
o nada por el rumbo de la sociedad; vivía precariamente y confiaba o se
confiaba a valores intangibles y a las evidencias de sus cinco sentidos.
Empiezo así porque esa es la impresión negativa que me suscita lo que estos
días voy leyendo en los medios de comunicación: regeneración/refundación/reinvención
del sistema.
Palabras, solo palabras.
Desorientación y negación de la mayor, la piedra angular del fracaso no se
menciona en esos alegatos estridentes, cuando menos imprecisos. Lo que
realmente ha ocurrido es la descapitalización ética de muchos, de muchísimos, y
de las Instituciones. Como consecuencia de ello también hemos sufrido una
atomización del Poder, todo se ha llenado de gente con cuotas variables de mando
que han traído una madeja de vectores de fuerza desorganizada y exclusivista
cuya resultante ha sido la detención del crecimiento armónico de cada uno y de
la sociedad en su conjunto.
La experiencia social no ha funcionado, ha terminado en fraude masivo. Ha faltado un ingrediente: la buena intención. Es el bien que más escasea, escasea
más que el dinero. El dinero es un supuesto especulativo en sí mismo, intrínsecamente
no es nada, al menos no lo es más allá de sus cometidos fácticos de lubricante del
sistema. El mundo lo mueven las intenciones humanas, no el dinero.
Lo de refundar regenerar
reinventar son maniobras orquestales en la oscuridad. Aceptemos que somos cada
uno de nosotros los causantes y los solucionadores de esta crisis. Cuando cada
uno de nosotros se ponga a hacer algo sensato para salir de ella saldremos. En
nuestra mano está. Y si lo fiamos a Gobiernos, Estados, y Bloques, nos
estaremos alejando peligrosamente de la auténtica solución. Esos están en un mundo sin sentimientos, y probablemente sin sentidos.
domingo, 8 de julio de 2012
Ramón Trías Rubíes, cirujano. In Memoriam
El Dr. Trías falleció hace unos días. Fue uno de mis maestros quirúrgicos probablemente el mejor de todos, aunque de todos se aprenden cosas importantes. Hombre carismático en lo inmediato, de esos que vuelcan lo excelso de sus conocimientos en el momento necesario , en lo profesional directo, nunca en lo mediático ni en las resonancias públicas, A eso yo le llamo la forma eficiente de la humildad. Y no era ni tímido ni reservado, todo lo contrario. Era una anécdota continua surgida de su gran experiencia. Experiencia. Sí.
Hijo de un insigne médico, Rector de la Universidad Autónoma de Barcelona en los años treinta, toda la familia tuvo que exiliarse al Sur de Francia antes de terminar la Guerra Civil. Años después regresaron a Barcelona. En esa condición social y política estudió la Carrera de Medicina mostrando un temperamento más que una ideología, exhibiendo su capacidad y profesionalidad como el más alto rasgo de identidad catalana y catalanista, obteniendo el respeto y la admiración de todos, hasta de aquellos adictos notables del régimen franquista. Fue un hombre intrínsecamente político y extrínsecamente quirúrgico.
Pero lo más cautivador de su personalidad era su enciclopedismo cultural. Su prolija formación alcanzaba lo humanístico en perfecto equilibrio con su destreza operatoria, y con su actividad clínica: no era solo un brillante cirujano sino también un clínico experto. Un día, en Clase definió el óptimo nivel del profesional quirúrgico, sugiriendo a los alumnos un debate curioso. ¿En que manos se pondrían ustedes como pacientes: en las del cirujano practicón o en las del cirujano académico? Tras unos minutos de dispares opiniones de los alumnos zanjó la cuestión. Miren, -nos dijo- yo ni en uno ni en otro, buscaría un cirujano pensante.
Ese cirujano fue Ramón Trías, exactamente. Amigo de propios y ajenos, incansable y hábil, artífice de más de 200 derivaciones porto.cava para la hipertensión portal, pionero de la sutura mecánica en anastomosis intestinales, tertuliano de Josep Plá, padre de familia numerosa, y convencido de su vocación, Presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, y devoto del Empordá donde se transfiguraba en genuino lugareño.
Don Ramón, le sigo teniendo presente en mi día a día como cirujano. Gracias por todo, y siga operando casos difíciles allá donde esté.
sábado, 30 de junio de 2012
Los Futuros Emolumentos de un Cirujano
Los tiempos que se avecinan son más que inciertos, cuando
menos en el orden económico. Es por ello que me permito hacer una propuesta,
modesta propuesta, de las tarifas de honorarios quirúrgicos para cuando el
Estado haya quebrado y ya hayamos salido del euro y de la peseta, es decir
cuando nuestra glorificada Sanidad Pública conserve solo sus blasones y dentro de los hospitales los actos médicos
y quirúrgicos sean meros contratos verbales entre pacientes y médicos. Será el
retorno al trueque, que por ser muy antiguo
es el más digno de los modelos de pago, a salvo del vil metal.
Prontuario de honorarios en Cirugía General y Digestiva:
Extirpación de quiste sebáceo ……………………………………….. 1 Kg de arroz
Extirpación de lipoma…………………………………………………1 Kg de macarrones
Operación de hernia inguinal………………………………………….. 1 docena de huevos
Operación de hernia inguinal bilateral……………………………… 2 docenas de huevos
Extirpación de hemorroides……………………………………………… 1 litro aceite
Colecistectomía……………………………………………………………….. 1 pollo
Colecistectomía por laparoscopia…………………………………….. 1 pollo de corral
Resección de colon o de recto…………………………………………… ½ lechazo
Extirpación de estómago……………………………………………………. 1 cesta de verduras
Resección de páncreas………………………………………………………… 1 cesta de pescado
El material quirúrgico lo suministrará la UE contra la
emisión de deuda pública, al interés que se fije, y si no hay interés en
devolverlo se remitirán las gasas, compresas, y suturas convenientemente
recicladas.
Nota: estos son solo los honorarios del cirujano. Los del
Anestesista van aparte.
domingo, 3 de junio de 2012
RUINAS INESPERADAS
Cerca, a menos de un kilómetro de donde discurre la carretera nacional, esa que he transitado cientos de veces, se hallan las ruinas de un antiguo monasterio medieval que perteneció a la Orden de los Sanjuanistas. Estas tierras fueron feudo de Templarios, y tras su desaparición el relevo corrió a cargo de los Sanjuanistas. Algo he leido sobre estas Ordenes, pero no voy a referirme a ellas, sino a describir la impresión que me causaron estas piedras. Vetustas y de mala calidad mineral, ya que es un terreno que contiene mucho yeso, se alzan en el altiplano del Somontano como una puerta a la luz y al viento. El arco es la gran obra civil de la Humanidad y así lo siguen atestiguando los siglos. Y ese arco, cómo no, está orientado, una vez más, en la dirección de la Vía ´Láctea.
Sin embargo. lo más curioso resulta ser que el lugar está próximo, muy próximo, y que una imprevista excursión me ha dado la oportunidad de conocerlo. Estamos próximos a muchas cosas, y a muchas gentes, y a muchas oportunidades, pero no vemos. Abramos los ojos, y abramos los sentidos. Andemos a cualquier parte. Lo peor es la inmoviblidad.
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