domingo, 13 de septiembre de 2020

Así no vais a ninguna parte

 El oligopolio mediático, afecto a la supuesta izquierda política, se ha convertido en el llanto y crujir de dientes de toda la , también supuesta, derecha española. Dentro del martilleo industrial de esos mecánicos (periodistas) vestidos con mono rojo, o estelado, las voces enfrentadas y opositoras no se escuchan. Es imposible que esos rezos susurrantes, como oraciones  quedas, lleguen a los oídos de los ciudadanos, y la razón última  no es lo apagado de su volumen sino sus constructos obvios, lógicos, y tradicionales. Manejando el dial se puede elevar el tono de la COPE, El Mundo, ABC, La Razón, y TRECE TV, pero la cuestión, visto lo visto, no es la falta de micrófonos ni de papel, sino su propio discurso coherente. Hoy nada es coherente con referencia a los valores paradigmáticos, y me remito al brutal cambio que ha supuesto la interconexión de la Humanidad entera. Hasta hace más bien poco, nadie podía comprar una sartén sin ir presencialmente a la ferretería -y menos a una de Pekín-, ni saber si está lloviendo sin abrir la ventana,  ni departir sensualmente con una anónima fogosa de Gijón a través de la web cam. Todo esto no era lógico, ni pensable, pocos años atrás. Ha sobrevenido un inmenso salto cualitativo y cuantitativo que ha puesto boca abajo al mundo entero, y de dicha circunstancia las fuerzas tradicionales de nuestra sociedad todavía no se han enterado. Valen ya de muy poco los viejos raciocinios aristotélicos, porque se han agotado en si mismos al no poder dar explicación filosófica a la teleexistencia, a lo virtual, un fenómeno que, dicho sea de paso, me resulta mucho mas enigmático que lo sobrenatural. Desentendidos de esta nueva realidad global ya no es posible presidir ninguna instancia de Poder, y en esa lenta pero inexorable zozobra solo les queda sisear letanías mientras aguardan el final,

A esos náufragos perdidos solo se me ocurre lanzarles un salvavidas de incoherencias, bulos, y desmentidos, marca España, con bengalas evanescentes que puedan ser vistas desde lejos. Solo así, poniendo fuegos artificiales en la negrura de la noche, logren ser localizados y tal vez rescatados por el electorado. La izquierda social-comunista no es la tormenta perfecta, solo una marejadilla -con permiso de la Unión Europea- que ni es socialista ni comunista, así que no se inmolen en la sobriedad de la razón. Mientan y especulen como ellos, muevan la calle con radicales, abjuren de los ritos sagrados, tiren la casa por la ventana allí donde gobiernen, pero sobre todo hagan un curso acelerado de propaganda engañosa y suculenta, prometiendo lo imprometible, y cambien el rezo del angelus por  unos chistes de Gila o de Chiquito de la Calzada.