sábado, 14 de enero de 2017
Regreso al Píngrato (II)
Sitúense en 1972, hospital infantil del más grande hospital de la Ciudad. Son las 12.30h de un radiante día de primavera pero en el interior de la cafetería de personal como si fuera un lluvioso día de noviembre. Hay mucha concurrencia en las mesas y en la barra, todo batas blancas y uniformes, cofias y faldas incluidas, En un extremo, el corrillo de ad lateres de la Cirugía Pediátrica rodea a la figura mayestática del Jefe de Departamento que esta sorbiendo un cortado.
-Barreiro, ¿cómo es que hay tantos seromas este mes? - interpela el prócer quirúrgico a uno de sus adjuntos meneando sobre el entrecejo sus gafas de pasta.
El gallego, menudo y atiplado, se encoge de hombros sin abrir la boca, algo ruborizado por la inesperada pregunta de cierta mala intención. Es como si le hubieran preguntado porqué las vacas han bajado del monte a la vaguada.
- ¿No será porque habéis cambiado de suturas? -insiste el entronado jefe.
Barreiro se queda pensativo unos segundos y le responde de forma natural.
- Doctor...lo único que ha cambiado es...la luna.
La ciudad resplandece en la intensidad de la mañana. En el puerto la draga se ha enganchado con algo muy pesado que reposa en el fondo.
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