domingo, 13 de septiembre de 2020

Así no vais a ninguna parte

 El oligopolio mediático, afecto a la supuesta izquierda política, se ha convertido en el llanto y crujir de dientes de toda la , también supuesta, derecha española. Dentro del martilleo industrial de esos mecánicos (periodistas) vestidos con mono rojo, o estelado, las voces enfrentadas y opositoras no se escuchan. Es imposible que esos rezos susurrantes, como oraciones  quedas, lleguen a los oídos de los ciudadanos, y la razón última  no es lo apagado de su volumen sino sus constructos obvios, lógicos, y tradicionales. Manejando el dial se puede elevar el tono de la COPE, El Mundo, ABC, La Razón, y TRECE TV, pero la cuestión, visto lo visto, no es la falta de micrófonos ni de papel, sino su propio discurso coherente. Hoy nada es coherente con referencia a los valores paradigmáticos, y me remito al brutal cambio que ha supuesto la interconexión de la Humanidad entera. Hasta hace más bien poco, nadie podía comprar una sartén sin ir presencialmente a la ferretería -y menos a una de Pekín-, ni saber si está lloviendo sin abrir la ventana,  ni departir sensualmente con una anónima fogosa de Gijón a través de la web cam. Todo esto no era lógico, ni pensable, pocos años atrás. Ha sobrevenido un inmenso salto cualitativo y cuantitativo que ha puesto boca abajo al mundo entero, y de dicha circunstancia las fuerzas tradicionales de nuestra sociedad todavía no se han enterado. Valen ya de muy poco los viejos raciocinios aristotélicos, porque se han agotado en si mismos al no poder dar explicación filosófica a la teleexistencia, a lo virtual, un fenómeno que, dicho sea de paso, me resulta mucho mas enigmático que lo sobrenatural. Desentendidos de esta nueva realidad global ya no es posible presidir ninguna instancia de Poder, y en esa lenta pero inexorable zozobra solo les queda sisear letanías mientras aguardan el final,

A esos náufragos perdidos solo se me ocurre lanzarles un salvavidas de incoherencias, bulos, y desmentidos, marca España, con bengalas evanescentes que puedan ser vistas desde lejos. Solo así, poniendo fuegos artificiales en la negrura de la noche, logren ser localizados y tal vez rescatados por el electorado. La izquierda social-comunista no es la tormenta perfecta, solo una marejadilla -con permiso de la Unión Europea- que ni es socialista ni comunista, así que no se inmolen en la sobriedad de la razón. Mientan y especulen como ellos, muevan la calle con radicales, abjuren de los ritos sagrados, tiren la casa por la ventana allí donde gobiernen, pero sobre todo hagan un curso acelerado de propaganda engañosa y suculenta, prometiendo lo imprometible, y cambien el rezo del angelus por  unos chistes de Gila o de Chiquito de la Calzada. 

jueves, 14 de mayo de 2020

¿País de servicios o de sirvientes?









Me lo pregunto seriamente, porque  el descalabro económico que se avecina con esta crisis pandémica parece estar ligado a la quiebra del turismo, bares y restaurantes. ¿Es así? Pues que fiasco tan humillante el percatarse de que vivimos de un monocultivo de servidumbres que, sin duda, es un negocio subsidiado por quienes compran placer. Me resulta casi obsceno haber llegado en algo más de medio siglo a depender del ocio, la gula y el alcoholismo para nuestro sostenimiento, abandonando  aquellas actividades básicas e inmemoriales que históricamente nos permitieron ser una nación, como otras. Había quedado probado que incluso ante los avatares de la miseria sabíamos subsistir, sembrar y recoger, fabricar, vender. Pero un día se destapó la caja de pandora y alguien vislumbró que, sin darle mucho al coco ni tener que discurrir demasiado, se podía ganar dinero satisfaciendo a unos tropeles pudientes y deseosos de solazarse. Los campos se abandonaron, y las fábricas fueron cerrando. Las hordas de turistas proveían de pingües beneficios  a cambio de cocinarles, servirles copas, limpiarles las habitaciones, y entretenerles ejerciendo de bufones. Fácil. Demasiado fácil. Se satisfacían así las nuevas demandas de los países ricos, los que aumentaban su capital emprendiendo retos tecnológicos e innovadores, currando el progreso en si mismo. Poderoso caballero es don dinero, y todavía más poderoso es don talento, del que no carecíamos pero al que renunciamos a cambio de la estulticia de un modus vivendi servil y campechano. Se enterraron definitivamente los restos mortales del ingenio que nos habían salvado en las peores circunstancias y , si se quiere, que nos permitieron  muchos siglos atrás  edificar un nuevo mundo. La renuncia al intelecto productivo ha cavado esta fosa tan profunda en la que reposamos los españoles, y de la que es muy difícil salir o, mejor dicho, imposible. Seguiremos mendigando a cambio de poco, arrodillados ante la iniquidad de quienes gobiernan el mundo, aguardando sus dádivas con ansiedad, porque nadie, ni mandatarios ni ciudadanos, aquí está dispuesto a ningún esfuerzo personal ni colectivo.

Seguiremos como sirvientes vituperados, y nuestras hieráticas rebeliones no amenazarán a ningún Señor sino a los propios  remeros  que somos, amarrados al duro banco de una galera asiática. Y ¿a quien le importa eso?. Arrojarán al mar los cadáveres de esos motines y los substituirán por nuevos convictos.

Qué grave error confundir la enjundia de los servidores con la insignificancia de los sirvientes.

lunes, 11 de mayo de 2020

Adiós, Isabel, adiós

Pin en Pesame


 Ha sido en la madrugada de este pasado domingo. Isabel Girón ha fallecido a sus cincuenta y tantos años, un óbito que ha caído como un inmenso jarro de agua fría sobre todos quienes la conocíamos, por lo inesperado y lo terrible que ello ha supuesto. No lo podíamos creer, pero la realidad ahí estaba, frente a su semblante bondadoso, su impecable sonrisa que transmitía  admiración recíproca y de la que, sin embargo, ella era la gran merecedora. Siempre me han cautivado esas personas que nos muestran un afecto incondicional sin que sepamos, a ciencia cierta, las razones ponderables de su magnánima actitud hacia nosotros, e Isabel era una de ellas, una de las pocas que  se te aparecen en la vida con esa deliciosa actitud. Lo común es dar con  tacaños/tacañas de espíritu en nuestras relaciones cotidianas, cuando no con gentes adustas, y todo ello porqué, tal vez, nos paguen con nuestra propia moneda. Ella era diferente, ofrecía, regalaba su colaboración, y además nos lo agradecía. ¡Qué grandeza!

Hablar de Isabel, precisamente ahora, es reflexionar en medio de esta distopía a la que pertenecemos, y hacerlo con muy pocas esperanzas de evasión. Su ejemplo, maravilloso ejemplo, no nos cunde. Seguimos instalados en esas predeterminadas obcecaciones  de nuestro cerebro reptiliano, sin apenas prestarnos a los demás, ocupándonos de un miserable "carpe diem" como único y estricto objetivo, sin importarnos un rábano todo aquello que no sacie nuestros apetitos diversos, y si puede ser gratis mejor. Muy al contrario, esa dedicación plena al cuidado de los demás, y a la pedagogía de las cosas sanas, fueran ancianos o niños, rompiendo el monótono tic-tac de un geriátrico con sus caricias o enseñando los primeros pasos del esquí a mocosos arremolinados en la nieve, habla por si misma de la belleza en estado puro. No nos debería de caber excusa para tratar de imitarla, máxime quienes hemos recibido  sus dones en las vidas de nuestros hijos pequeños, pero no lo haremos. Seguiremos en nuestra vorágine tóxica de un hedonismo galopante y, la mayoría, poco a poco olvidaremos a Isabel y a su labor entregada. Somos así de impresentables. Mañana, o pasado mañana, regresaremos a esa sabana feroz del post-confinamiento para tratar de copular y devorar con las terrazas y bares, con las playas, con los grandes almacenes, con los estadios de fútbol, con los viajes en tropel a donde no se nos ha perdido nada. Mierda!

Y es que el Bien no está en los sermones, ni en la prosperidad malentendida, sino en personas como Isabel. Bravo por ti.

martes, 28 de abril de 2020

El diagnóstico


Lo más parecido a un régimen politico opresor, y radical, es este confinamiento por pandemia que ahora estamos sufriendo. Hemos perdido la libertad, sin más ambages, y empezamos a sentir los primeros síntomas de una lenta pero invasiva enfermedad que termina siendo letal. Concedo que, por ahora, no hemos llegado al drama del horror bélico convencional, el que sufren actualmente varios millones de seres en el mundo en más de cuarenta conflictos activos, pero algo se ha manifestado ya en forma de patológica inquietud dentro de nosotros. Es un pródromos  insidioso que aún no causa graves manifestaciones generales, pero si locales: nos ha empezado a temblar la confianza. 

Todo ha empezado, aún con previo aviso, cuando tras desdeñar, una vez más, lo que a otros  muy ¿lejanos? les ocurría desde el pasado diciembre, hemos advertido unas molestias vagas en forma de reclusión domiciliaria para una quincena. "Es extraña esa pequeña úlcera, pruriginosa pero indolente, que de pronto nos ha salido  en medio de nuestras anchas espaldas". Ya se pasará, no puede ser nada importante, no sangra, no tiene mal aspecto, y además nos han dicho que con dos semanas de reposo se cura. Hagamos acopio de unas provisiones, leamos, tomemos el sol en la terraza y unas copas de vino extra, y en pocos días todo se solucionará. Pero no fue así.

Para mi vecino es "una tocada de huevos", y lo lleva muy mal, Para mi amigo emprendedor y dinámico empresario en potencia, estos son unos días preciosos para diseñar una revolucionaria estrategia de marketing que en breve arrasará en ventas comerciales.  Por fin, su decimonoveno proyecto, triunfará. Para el venerable abuelo que cada año, en otoño, me acompaña a buscar setas será el fin de su existencia, y me quedaré sin guía micológico para siempre. ¡Qué pena!, pero así es la vida. Para mis nietos, albricias, unas maravillosas e inesperadas vacaciones durante las que entregarse (cuerpo y alma) a la Play Station. Pero no, no ha sido exactamente eso, cuarenta y cinco después

-Así, ¿usted cree que todo esto es una infección venérea?
- Lo es, Se trata de un cuadro clínico patognomónico.
- Pero bueno, ¿qué me está diciendo?
- Reconozco que resulta extraño observar tal tipo de lesión en medio de la espalda, 
 pero cosas mas raras se han visto, Verá, el sujeto en cuestión tenía la insana costumbre de                  frecuentar  unas desaseadas meretrices que satisfacían, sin objeciones, sus excéntricos                       caprichos. Uno de  ellos era montárselas a horcajadas en su espalda y trotar por la                             habitación dando gritos de  victoria. Ese contacto prolongado y de rítmicas inoculaciones ha             sido la causa de la infección. ¿Me sigue?
-Perdone, está usted completamente loco.


No tan loco. El sagaz investigador ha rastreado en todo lo posible los antecedentes del enfermo, sus hábitos de vida, sus contactos, sus desplazamientos. Un encomiable trabajo de campo. Se trata de un ciudadano respetable, descendiente de una reputada familia de la ciudad. Sus antecesores construyeron un sólido negocio que, generación a generación, se ha mantenido, aunque con algunos altibajos, de forma próspera. No obstante, como los tiempos han cambiado, ha decidido emplear parte de su fortuna en placeres viciosos y así gozar del momento presente. Carpe diem. Ha puesto fin, poco a poco, al recto espíritu de la familia, ese marchamo inmemorial de abnegación y trabajo, desplazando la penosa imagen que ofrecían las fábricas de sus tatarabuelos, pobladas de obreros miserables y enfermizos, a otras latitudes lejanas, donde la explotación  humana continua pero sin la tediosa obligación de contemplarla  todos los días al acudir a su puesto dirigente. Como ha perdido la noción de actividad real, ya no es capaz de resolver los problemas técnicos u organizativos que van surgiendo, y ha contratado a un nutrido equipo de asesores, que por cierto le roban bastante durante sus repetidas ausencias. Se aburre en esa holgazana monotonía, y recurre a todo tipo de torpezas para distraerse. Nunca ha pensado en un plan alternativo que equilibre la alta capacidad empresarial con  el bienestar y el progreso paralelo de sus tradicionales trabajadores. Le han contado que deslocalizando la producción se logran pingües beneficios al tiempo que se colabora con el desarrollo del tercer  mundo. Un traje a medida. Sin embargo, ahora este contratiempo, esta ulcerita en su espalda que se resiste al tratamiento y le tiene preocupado. Visitará al mejor especialista, gastará lo que haga falta y, sin duda, se curará..Eso cree. Pero no, no será así.
         
           -La lesión ha desaparecido -dice el prestigioso dermatólogo-, pero no solo no está curado sino que padece un fase avanzada de la enfermedad que,  en  pocos años, afectará a su sistema nervioso central causándole demencia y parálisis progresiva, hasta que le explote la aorta.
           -Pero algo se podrá hacer -exclama el acaudalado consultante visiblemente horrorizado-, tiene que haber una u otra solución en estos tiempos de avances científicos.
           - Bueno, algo puede hacerse, es cierto -responde el especialista-. Cuando sea el momento oportuno puede recambiarse la aorta, eso es técnicamente factible ya en la actualidad y desde hace unos años. Pero lo demás...me temo que no.
          - Creo que voy a consultar a otro médico menos agorero que usted -profiere indignado el paciente de pago-. Parece mentira que diga estas cosas.
           - Pues ya lo ve, no puedo decirle otras. Su problema,  ahora, ya es muy grave. Algo ,le  reitero, se puede hacer, pero tan solo para seguir viviendo en un cuerpo deshabitado, latiente, pero desquiciado, instuticionalizado, como le ocurrió hace años a Occidente. ¿Lo recuerda?, o ¿soy yo quien se está liando entre el pasado y el futuro?




         



miércoles, 22 de abril de 2020

Sin primavera





No solo "nos han robado el mes de abril", sino la primavera entera. Seguramente estaba escrito en alguna parte que este año faltarían las ruidosas golondrinas del atardecer revoloteando sobre los tejados, y esa estampa de lugareños ocupando el ágora de las plazas cuando la luz del día todavía permanece en el cielo. Como todo nacido en primavera mantengo una relación de amor y odio con ella que se debate sin  vencedor ni vencido esos meses señalados en los que nacen los monos y el aire se espesa con el maná del polen. Ha sido en esta estación climatológica en la que , aunque pocas veces, he enfermado de verdad, con alguna gripe terrible que torturaba mi cuerpo y mi alma a través de la fiebre.  Para mí, las primaveras, son períodos básicamente estéticos, no muy emparejados con la felicidad, cuya explotación monopoliza, desde siempre, el verano. Por si fuera poco, ahora y en este caso, ignoramos si luce como en otras ocasiones o también ha quedado confinada.

Retrospectivamente, cuando paso revista a mi biografía, constato que además de esas gripes escalofriantes, en primavera he sufrido bastantes sinsabores emocionales. Por más que en pleno mes de mayo ella me diera la bienvenida al mundo hace un montón de años, no hemos hecho buenas migas. Y la cuestión no queda ahí, porque en medio de sus verdecidos emblemas luce el crespón negro de la Semana Santa, que jamás he asimilado positivamente. Ese receso funerario entre marzo y abril, en mi entorno,  ha significado un lapso insomne y advenedizo dentro de mi vida estudiantil y un castigo de inactividad perniciosa durante mi etapa profesional. ¡Cuánto odiaba llevarme los prolijos apuntes para aquellas  aburridas minivacaciones,  y qué descalabro asistencial sobre la programación acuciante del Servicio! 

 Abajo la primavera.

martes, 21 de abril de 2020

Carta al presidente de la Nación



Señor Pedro Sánchez,


No hay más que verle, en sus sobreactuadas declaraciones institucionales, para descubrir que adora la mentira y la falsedad en las que refugiarse de toda su ineptitud. Si que es consciente de la difícil papeleta que le he tocado gestionar, cuya envergadura le supera a todas luces, y es por ello que ahora nos amenaza oscuramente con represalias a la información, algo muy propio de todo dictador empeñado en su poltrona con febril obsesión. No debe ser usted un tipo de lágrima fácil, ni siquiera de los que hacen examen de conciencia al menos una vez al año, en peligro de muerte, o si se ha de comulgar, y por ello , a todos nos preocupa, Con un país en manos de un político asentimental, que ni siquiera guarda luto oficial por los fallecidos en esta guerra que usted si pudo, y debió, contener en su momento,  la incertidumbre nos invade y la rabia nos enerva. Debería dar un paso al lado, y permitir que sea relevado por quien tenga mejores maneras y sobre todo mejores ideas para salir de este naufragio. Incluso en su propio partido estoy convencido de que hay gente capaz para ello. Resulta indispensable, en todo momento difícil, actuar al menos con honestidad, algo de lo que usted carece. Ese regodeo morboso y recurrente en sus esquizoides contradicciones, que viene de atrás, ahora se ha convertido en una trágica circunstancia, en una emergencia terrible con más de 20.000 muertos, y le ha puesto en un brete muy complicado, pero usted sigue tirando de indolencia y lo ignora, nos ignora a todos. Solo piensa en las argucias para mantener el Poder, y mantenerse, en su elevado puesto, despreciando todo el dolor de tantas familias, la desmoralización de miles y miles de sanitarios ante la impotencia de salvar las vidas de muchos enfermos, el caos económico que nos aboca a la miseria, el durísimo trabajo de todos cuantos posibilitan que sigamos vivos, y la profunda herida en nuestra dignidad personal y colectiva. No nos merecemos tanto daño, señor Sánchez.


Atendiendo a la realidad, no es usted el único culpable de esta tragedia, pero si un cómplice necesario. Hay algo apocalíptico en este proceso, es innegable, porque la consistencia de los datos generales de esta pandemia así lo expresan. Somos los más castigados, con la mayor tasa de mortalidad por millón de habitantes, eso no ha podido silenciarlo. La Administración Pública bajo su mando ha demostrado una de las más vergonzosas ineficiencias en la gestión de recursos y aprovisionamientos, esa decimonónica Institución contaminada por un ostracismo de vieja fecha, que sus mentiras electorales y soflamas de cambio no han conseguido adecentar. Usted, desde que fue elegido presidente, se ha instalado en la torpeza de la egolatría desde donde presenciar los juegos perversos que le ha propuesto su propio gabinete y sus socios de gobierno, como un César de medio pelo moviendo el pulgar, arriba o abajo, ante los lances de leones y gladiadores. 


 Me ruborizo profundamente por tanta insolencia, señor Sánchez, y aunque a través de sus secuaces me aplique medidas coercitivas, le digo:  váyase y no vuelva.


viernes, 10 de abril de 2020

Lecciones de la pandemia

En esta crisis sanitaria no estamos aprendiendo nada (que module nuestras actitudes), ni reflexionando siquiera sobre los errores que, en el día a día, llevamos cometiendo desde hace décadas. A mi no me extraña nada, y enseguida explicaré porqué. El panorama que aparece, cuando  me asomo al balcón, es el de una sociedad desnuda, incapaz de tapar sus vergüenzas, con sus calles vacías (solo por miedo, y no por convicción sanitaria) tan solo transitada por unos pocos listillos que deciden echarse a la vía pública con la excusa de comprar una lata de sardinas y algunos paseantes de perros. Pertrechados con variopintas mascarillas, los que aún caminan en medio de esa distópica soledad, me aclaran lo tontos que hemos llegado a ser y lo desvalidos y rehenes del Poder en que nos hemos convertido. Veamos. Una mascarilla, de las que se llevan en este carnaval y que no son de tipo FPP, no te protege de agentes nanométricos, como es el caso de los virus.  Queda claro que inspiramos aire, ¿sí?, bien.  El cononavirus  mide 120 nanometros,  un nanómetro es 10 elevado a la -8 potencia de un metro (la mil millonésima parte de un metro). y expresado en micras: 0,1 micras. Así que el nuevo look de nuestros conciudadanos es solo atrezzo, lejísimos de un filtro absoluto, y parece que, simple y llanamente, nos hemos encomendado a la Virgen de la Mascarilla. Eso si, no inspiraremos polen (cuyas partículas son susceptibles de ser retenidas por las recientes creaciones de las modistas ociosas y los manufactureros del papel de cocina), y propongo que, para siempre, de febrero a julio, todos llevemos burka (mira por dónde) y con ello evitemos la gran patología asmática, que en mayor o menor grado a todos nos afecta y causa elevados costes sanitarios. Desoladora tanta ignorancia que por cierto, no es bendita inocencia ni viene de Dios, sino del Gobierno actual que nos apacienta. Todo muy lamentable.

Pero volvamos al principio, y retomemos el alma de la cuestión, cuya eventual enseñanza en esta pandemia , en efecto sera eventual (la enseñanza) y no dejará apenas poso No seremos capaces de tomar medidas profundas en nuestras formas de vida y volveremos, cuando las circunstancias y nuestros bolsillos nos lo permitan, a lo de siempre: al estilo guarridondo nacional, sin lavado de manos frecuente (observado hasta en los lavabos de las salas VIP después de mear y/o cagar, por ejemplo, y hasta en los hospitales de la maravillosa sanidad Pública después de palpar  barrigas) y al estilo manirroto en la adquisición de fruslerías, de ropa de temporada(al principio, en medio, y al acabar la temporada, primavera, verano, otoño, e invierno), drogas, alcohol, sexo de pago, rock and roll, fúrtbol, móviles de última generación donde guardar otros miles de fotos más,  cuentas elevadas  en restaurantes especialistas en comida/diseño para tontos, comandas de vino peleón firmado por alquimistas fracasados de la industria química, medicamentos para lo que sea ( sin importar estar sano), gimnasios claustrofóbicos para sudar y alimentar la libido pansexual, cirugía de la belleza para realzar todas las partes blandas, coches eléctricos para huir, sin hacer ruido, a la segunda residencia en caso de nueva pandemia, ollas de baja temperatura y de media temperatura y de alta temperatura, cortadores de fiambres, robots de cocina, robots domésticos, Robocops, volveremos a los robos, estafas, asesinatos, embargos, violaciones grupales e individuales, safaris, viajes del IMSERSO, viajes a ninguna parte,  tecnología 5G, 6G..7G,...87G. Y después de todo, ¿ hay alguien tan tonto que aún crea que solo votando a la casta mafiosa  cada cuatro años vamos a cambiar las cosas? ¿Todavía nadie se explica porqué ha llegado este virus para confinarnos?  Pero hay una solución,

 Bastaría con dedicarse al trabajo que mejor sepa hacer cada uno, y al concluir sentarse a charlar con compañeros o amigos, y saborear una taza de café o una sencilla copa de vino, unirse a ellos en cuerpo y alma (sin whatsapp), prepararse unas buenas lentejas estofadas, caminar sin prisa por los caminos, conocer gente, hablar de sueños, leer (lo editado antes de 1960), contemplar el arte más cercano (pero a fondo), entretenernos con nuestras habilidades (huir un rato a otros mundos volando con las alas de nuestras manos), adornarse la casa por dentro, poner unas flores en la mesa, echar un buen polvo (calidad sobre cantidad), tomar el sol, ayudar a los que reclaman ayuda, cuidar de las plantas, dialogar con nuestro perro, escuchar música, y sobre todo pensar, sin condicionamientos, libremente, en el dominio de nuestro último bastión.

Ahí, por hoy, lo dejo.

domingo, 5 de abril de 2020

AUTE, dep



Me he vuelto a extraviar en el dédalo de mi adolescencia, para acabar perdido bajo la sombra de aquellos algarrobos  de Cala Llonga. ¡Qué penosa orientación la mía! Muy cerca de la playa, a escasos veinte metros, me hacen una pregunta. De eso hace, nada menos, que cincuenta y tres años.

-¿Aute o Serrat?

Mi curioso interlocutor, que también es compañero en la tórrida tienda de campaña, tiene esas salidas repentinas, de vez en cuando, atildando su voz pija.

-Pues, no sé. ambos me gustan. 

La brisa ardiente de las cuatro y media de la tarde, en Ibiza, a finales de julio, se lleva mi respuesta hacia el ruidoso pinar de las chicharras.

-Yo prefiero a Aute. Serrat es un "sensibilero"

El repipi  ya ha tomado partido, con solo catorce años. Yo no, ni después, ni nunca. Mala cosa eso de la ponderación, para medrar y escalar los escarpados picos del Poder, por mucho que sirva para dormir tranquilo todas las noches de una vida .Parece que, a juicio del futuro presidente del Senado en 2019, los "sensibileros" caminan detrás de los nobles hidalgos de casta, como escuderos de a pie, mucho mas duchos en bucólicas  baladas que en el arte de manejar la espada, en este caso una espada de plástico que a nadie intimida,

Aute  ha sido un genuino pijoprogre, un icono finalmente derrumbado por la mala salud, que tuvo su tiempo y su momento de gloria. Más allá de una armoniosa voz, tal vez demasiado trovadora, jugó a subvertir, pero cuerpo a tierra en la trinchera, protegiéndose de todo mal.  Dicho sea de paso, todos estos, incluido mi pedante compañero de colonias, han gozado, y no sufrido , de la inspiración torticera que un dictador viejo y enfermo les ha procurado, entonando un mantra conventual para expulsar al demonio con piadosas letanías. Poco más, porque esos dibujos y pinturas, sin los millones de discos vendidos, ni siquiera se subastarían, hoy, en e-bay. Puede que me esté excediendo, y pido disculpas al propio Aute, quien acaba de dejarnos... pero que quieren que les diga...que prefiero los versos demoledores de otros insignes hombre de izquierdas. Machado y Miguel Hernández....cantados por el descartado "sensibilero". Esos si fueron unos valientes.

Y ahora el mar se vuelve azul turquesa, rizándose con pequeñas crestas blancas. Luego se amansará, cuando el sol se oculte del todo, y en esa penumbra deliciosa nos zambulliremos en la calma encantada de sus aguas. Hace cincuenta y tres años allí estábamos, gozando de una arcadia que tan solo compartíamos con un solitario ingles que se sentaba en las primeras rocas, y escribía algo en un cuaderno titulado con unas iniciales, D. G., y dos palabras en ingles: THE WALL. 

Ibiza 1966.



lunes, 16 de marzo de 2020

CORONAVIRUS


Estado de alarma, y todo eso, confinamiento, aburrimiento, miedo, tristeza. Ya se sabe. La lección no tendría que ser solo virológica, sino de reflexión individual y colectiva. Pero, ya verán como todo esto, cuando pase, se quedará en nada, es decir, que no dejará ningún poso en el acervo social. Somos así, al menos en nuestro país. Ahora recuerdo una mañana lluviosa, hace años, en que volvía a casa por carretera y, de pronto, había un accidente muy grave. Un choque frontal, dos muertos. Nos tuvieron una hora parados, hasta que excarcelaron los cadáveres, y cuando se restableció la circulación , pasamos a marcha lenta por el lugar de los hechos, donde yacían, en el arcén, los dos cuerpos tapados. Era sobrecogedor. A menos de un kilómetro, el ritmo de la circulación volvió a ser normal, pero justo al llegar a un tramo de línea continua, un vehículo de alta gama me adelantó a gran velocidad, pisando  la raya y dando un volantazo  espeluznante. Poco había durado la enseñanza. Nada. Los incorregibles de la transgresión no se afectan por las evidencias. Ellos van a su aire, sin miramientos, abusando y conculcando las libertades de todos, y poniéndonos en riesgo. Son seres despreciables que desprecian a los demás, Tras esta pandemia volverá a reeditarse la malsana conducta: la de nunca aprender de los errores.

Es error el mundo globalizado, la delirante carrera material, y materialista, el desaprensivo progreso que solo nos entrega sus migajas  hundiéndonos en una dependencia que ya es alarmante. Es error la abolición del pensamiento espiritual (no digo religioso) en aras de una frenética consigna  carpe diem, extinguiendo el futuro y menospreciando el pasado. Es error construir un mundo artificial para que solo unos pocos, en occidente, disfrutemos de sus pompas. Es error  adorar al dinero como el único y salvífico culto que conduce a la ¿vida eterna?. Es error tanta fruslería. Y es error que esa inmensidad de chinos, explotados en sus fábricas por dueños de pasado comunista y presente nacionalsocialista,  nos provean de todo tipo de artilugios para disfrutar del sadomasoquismo maquinal que tanto placer pervertido nos produce.

Revertir, hasta un estado de cordura colectiva,  toda esta vorágine actual de dinero-tiempo , se me antoja imposible. No creo en los grandes consensos políticos, y mucho menos en las amenazas bélicas para  reorganizar el orden mundial. Soy lo que se dice una gota de agua en el océano, y un escéptico empedernido por definición, pero si hay algo que podemos hacer, sin ninguna traba (por ahora), es... pensar. Entornemos la puerta mediática, la del móvil, la tele, la radio, la prensa, e Internet, sin cerrarla del todo, y dediquémonos, simplemente, a pensar, Estos días son un buen momento para empezar con ello.

jueves, 20 de febrero de 2020

Eutanasia

Resultado de imagen de eutanasia




Vuelve la batalla de la eutanasia a la escena política y  yo me lleno de estupefacción, como no puede ser de otra manera, El envite, además de carroñero por parte ambos bandos, es tan estéril como decepcionante, es una inmensa falta de respeto  hacia los seres humanos, porque quienes conocemos muy de cerca las circunstancias terminales de la vida de los enfermos nunca le daríamos un trato tan despiadado a la cuestión. Si lo que pretenden es notoriedad a costa del extremo sufrimiento de las personas les auguro  un fracaso sonado pero, si se trata de un ejercicio más en la privación de nuestras libertades individuales, tendremos que tomar medidas extraordinarias. Basta ya con la patológica obsesión de manipular la intimidad de los ciudadanos, de abusar del poder, de creerse los dueños y señores de la sociedad. O bajan ustedes a la palmaria arena de la realidad o les bajaremos sin contemplaciones. La eutanasia es un acto humanitario, libre e individual, en el que ustedes no tienen nada que legislar ni siquiera nada que decir como estamento. Váyanse a paseo con sus trifulcas barriobajeras que tanta vergüenza nos dan, y sigan peleando por las monedas del botín. A ver si se enteran, la eutanasia se ha practicado, se practica y se practicará, bajo los criterios mas solidarios en el socorro al sufrimiento extremo, pero no metan sus hediondas manos en las decisiones soberanas de las gentes. Hasta ahí podíamos llegar.

La eutanasia nada tiene que ver con el meapilismo de un sector de la derecha ni con la avidez por eliminar a los inválidos de otro sector de la izquierda. Somos muchos los que no adoramos las agonías en la cruz o en una silla de ruedas y que tampoco aplaudimos las ejecuciones en masa como hacía Simone de Beauvoir (conocida pederasta) intelectualmente, o Pol Pot pistola en mano (un millón y medio de camboyanos). Por encima de tanta crueldad moral y física, en ambos bandos, está el amor al prójimo, libre de injerencias religiosas y políticas, el único valor que todos los usurpadores todavía no pueden destruir. Los que en algunas ocasiones hemos practicado la eutanasia, y sabemos de muchos casos más,  tan solo sentimos la  noción del deber cumplido en la atención de una situación  irreversible, sin ensoñaciones. Prolongar vidas que el dolor conduce a la desesperación me parece el más execrable crimen impune, y mantener por un tiempo indefinido a un cuerpo deshabitado, con sedación y ventilación asistida, una siniestra pompa de indignidad . Seamos sensatos.
Señores diputados, necrófilos o torturadores, ¡váyanse al infierno!

martes, 18 de febrero de 2020

Antonio Sitges, "Si puede, no vaya al médico"

Resultado de imagen de si puede no vaya al medico







Mi excompañero de Facultad (aunque de un curso anterior  al mío) en la Autónoma de Barcelona ha escrito un libro que todos deberían leer, sobre todo los médicos, y aunque se trata de literatura divulgativa encierra  en sus páginas  las claves de una grave amenaza contra la ciudadanía: el oscuro negocio de la salud. Nada más y nada menos. Basado en evidencias científicas, refrendado por bibliografía selecta ( no seleccionada),  la obra va desgranando todas y cada una de las imposturas, corrupciones, y conflictos de intereses hasta límites demoledores. No es sensacionalismo, es un informe extenso y claro del estado de dicha delincuencia contra lesa humanidad, contra millones y millones de pacientes. Con un estilo ágil y nada farragoso  va entrando en la poliédrica trama que  comercia con nuestra salud, ya que no se limita a denunciar a las multinacionales farmacéuticas con sus inmisericordes atentados contra la vida de los consumidores de medicación prescrita, sino que va muchos pasos más allá. En cada línea, a titulo personal, me he reconocido, y diría exactamente lo mismo que él aunque, probablemente, sin sus exquisitas formas narrativas.

Antonio Sitges y yo tenemos en común una época, una Facultad, e incluso una especialidad quirúrgica y el gusto por la cirugía endocrina. Fue un chico contestario  que recibió un porrazo de los "grises" en la cabeza, pero sobre todo fue un estudiante empeñado en continuar la excelencia quirúrgica de su padre (uno de los grandes cirujanos barceloneses de aquellos tiempos) con otra suerte de dedicación, más científica, más humana, y sobre todo más filosófica. No le describo como un retórico académico alejado de los quirófanos. No. Ha sido, y es, un brillante  experto que ha operado miles de casos y ha sabido conjugar las más sofisticadas aplicaciones técnicas con un modo de entender la profesión en su dimensión intelectual. Decía Don Ramón Trías Rubíes, uno de mis maestros quirúrgicos, que el cirujano ideal no era el poseedor de un exhaustivo conocimiento teórico ni tampoco el habilidoso "practicón", sino el cirujano pensante. En ese arquetipo encaja Antonio Sitges.

Volviendo al libro, llama poderosamente la atención el desparpajo con el que se enfrenta a los tabúes intocables que rigen y gobiernan el estado de opinión del ámbito sanitario, como hace una crítica sustentada por resultados de alta fiabilidad para desmontar los paradigmas más enraizados y sensibles de nuestra sociedad, tales como los screening mamográficos masivos y su más que dudosa rentabilidad de eficiencia,  o como el tratamiento farmacológico de millones de hipercolesterolémicos (que no lo son), y sobre todo denunciando  la iatrogenia ligada al sobrediagnóstico y al sobretratamiento. La psicosis que genera la idea de contraer una hipotética patología, es decir,  el miedo insuperable a enfermar que angustia a nuestra sociedad, ha propiciado la conversión mística de cientos de millones de fieles occidentales a una nueva religión que promete la vida eterna en este mundo, donde la muerte no existe y el envejecimiento celular y la degeneración de los tejidos son inmundas mentiras que susurra un taimado Satanás al que jamás hay que escuchar. Así, acudiendo a esta nueva Iglesia de los chequeos, de las técnicas de diagnóstico por imagen, y de las terapias regeneradoras de todo tipo, se alcanza la fe en la inmortalidad, sin olvidar nunca que deben hacerse aportaciones económicas para el sagrado sostenimiento, público y/o privado, de los ministros espirituales de la misma. Todo un pufo impúdicamente organizado. ¡Ay, Señor, llévame pronto!

En mis cuarenta años como cirujano nunca he prometido ningún milagro a mis pacientes. les he hablado claro, en contra de la opinión de muchos de mis  compañeros, y siempre he actuado lex artis,  es decir, de acuerdo con los medios y los protocolos vigentes  y disponibles en cada momento. Nunca he inventado nada, a Dios gracias, para curarlos. También he rechazado las propuestas de enriquecimiento personal ofertadas por algunas firmas farmacéuticas (un conocido laboratorio que fabrica heparina de bajo peso molecular me ofreció "entrar en nómina"). Conozco los efectos letales de una mala indicación quirúrgica. He visto quitar, en una clínica privada, un mioma uterino, rebanarlo sin más, a una gestante de seis meses. He visto morir a un paciente con un cólico nefrítico al que le administraron un analgésico de uso exclusivo via intramuscular por vía intravenosa, porque "era muy efectivo aunque no estuviese autorizado" según un prestigioso fulano de la Urología, Y estaría horas y horas consignando tropelías ad libitum  suficientes como para de llenar no un libro sino una enciclopedia, pero no lo haré, me despedazarían judicial o...físicamente. O de ambas formas secuencialmente

Les recomiendo el libro. Van a descubrir lo que hay bajo las alfombras de la Medicina secuestrada. Por suerte siempre, y solo por ahora, nos quedará París. Vayan, si pueden, a París y disfruten, en lugar de descender al cráter de las consultas.  No se equivoquen, la enfermedad debe ser tratada con los mejores métodos aprobados y sancionados por la Ciencia, pero la salud, su salud, debe alejarse lo más que pueda de los médicos.