En esta crisis sanitaria no estamos aprendiendo nada (que module nuestras actitudes), ni reflexionando siquiera sobre los errores que, en el día a día, llevamos cometiendo desde hace décadas. A mi no me extraña nada, y enseguida explicaré porqué. El panorama que aparece, cuando me asomo al balcón, es el de una sociedad desnuda, incapaz de tapar sus vergüenzas, con sus calles vacías (solo por miedo, y no por convicción sanitaria) tan solo transitada por unos pocos listillos que deciden echarse a la vía pública con la excusa de comprar una lata de sardinas y algunos paseantes de perros. Pertrechados con variopintas mascarillas, los que aún caminan en medio de esa distópica soledad, me aclaran lo tontos que hemos llegado a ser y lo desvalidos y rehenes del Poder en que nos hemos convertido. Veamos. Una mascarilla, de las que se llevan en este carnaval y que no son de tipo FPP, no te protege de agentes nanométricos, como es el caso de los virus. Queda claro que inspiramos aire, ¿sí?, bien. El cononavirus mide 120 nanometros, un nanómetro es 10 elevado a la -8 potencia de un metro (la mil millonésima parte de un metro). y expresado en micras: 0,1 micras. Así que el nuevo look de nuestros conciudadanos es solo atrezzo, lejísimos de un filtro absoluto, y parece que, simple y llanamente, nos hemos encomendado a la Virgen de la Mascarilla. Eso si, no inspiraremos polen (cuyas partículas son susceptibles de ser retenidas por las recientes creaciones de las modistas ociosas y los manufactureros del papel de cocina), y propongo que, para siempre, de febrero a julio, todos llevemos burka (mira por dónde) y con ello evitemos la gran patología asmática, que en mayor o menor grado a todos nos afecta y causa elevados costes sanitarios. Desoladora tanta ignorancia que por cierto, no es bendita inocencia ni viene de Dios, sino del Gobierno actual que nos apacienta. Todo muy lamentable.
Pero volvamos al principio, y retomemos el alma de la cuestión, cuya eventual enseñanza en esta pandemia , en efecto sera eventual (la enseñanza) y no dejará apenas poso No seremos capaces de tomar medidas profundas en nuestras formas de vida y volveremos, cuando las circunstancias y nuestros bolsillos nos lo permitan, a lo de siempre: al estilo guarridondo nacional, sin lavado de manos frecuente (observado hasta en los lavabos de las salas VIP después de mear y/o cagar, por ejemplo, y hasta en los hospitales de la maravillosa sanidad Pública después de palpar barrigas) y al estilo manirroto en la adquisición de fruslerías, de ropa de temporada(al principio, en medio, y al acabar la temporada, primavera, verano, otoño, e invierno), drogas, alcohol, sexo de pago, rock and roll, fúrtbol, móviles de última generación donde guardar otros miles de fotos más, cuentas elevadas en restaurantes especialistas en comida/diseño para tontos, comandas de vino peleón firmado por alquimistas fracasados de la industria química, medicamentos para lo que sea ( sin importar estar sano), gimnasios claustrofóbicos para sudar y alimentar la libido pansexual, cirugía de la belleza para realzar todas las partes blandas, coches eléctricos para huir, sin hacer ruido, a la segunda residencia en caso de nueva pandemia, ollas de baja temperatura y de media temperatura y de alta temperatura, cortadores de fiambres, robots de cocina, robots domésticos, Robocops, volveremos a los robos, estafas, asesinatos, embargos, violaciones grupales e individuales, safaris, viajes del IMSERSO, viajes a ninguna parte, tecnología 5G, 6G..7G,...87G. Y después de todo, ¿ hay alguien tan tonto que aún crea que solo votando a la casta mafiosa cada cuatro años vamos a cambiar las cosas? ¿Todavía nadie se explica porqué ha llegado este virus para confinarnos? Pero hay una solución,
Bastaría con dedicarse al trabajo que mejor sepa hacer cada uno, y al concluir sentarse a charlar con compañeros o amigos, y saborear una taza de café o una sencilla copa de vino, unirse a ellos en cuerpo y alma (sin whatsapp), prepararse unas buenas lentejas estofadas, caminar sin prisa por los caminos, conocer gente, hablar de sueños, leer (lo editado antes de 1960), contemplar el arte más cercano (pero a fondo), entretenernos con nuestras habilidades (huir un rato a otros mundos volando con las alas de nuestras manos), adornarse la casa por dentro, poner unas flores en la mesa, echar un buen polvo (calidad sobre cantidad), tomar el sol, ayudar a los que reclaman ayuda, cuidar de las plantas, dialogar con nuestro perro, escuchar música, y sobre todo pensar, sin condicionamientos, libremente, en el dominio de nuestro último bastión.
Ahí, por hoy, lo dejo.
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