A mí todo el proceso secesionista me parece una conjura de necios, y lo extiendo al nacionalismo catalán y al nacionalismo español. Se trata de sectores, no de grandes colectividades. A lo largo de más de quinientos años España y sus habitantes han convivido y conocido penas y glorias en su conjunto. Ya es mucho tiempo. Cuando por fin continuamos el camino histórico como Estado de derecho, la más noble aspiración de cualquier pueblo que se precie de ser digno y respetable, eclosionan las furibundas minorías para romperlo todo y destilar odio. No es de recibo. La paradoja está servida.
En los sistemas tribales se atacan duramente las diferencias por el miedo a ser dominado y a ser conminado por lo desconocido o distinto. Es la primera derivada: la ignorancia. Las cosas no suelen quedar ahí, por desgracia, y la hostilidad crece en sus formas más deletéreas. Todo ello ya es bien sabido, sin embargo, nosotros no estamos en esa fase evolutiva. Somos una sociedad global que como ciudadanía ha dejado atrás esos atavismos, y somos mayoría los que creemos en el progreso simétrico de la Humanidad. Entonces...¿qué esta ocurriendo aquí y ahora?
Lamentablemente el ser humano es más vulnerable en su mente que en su cuerpo. Me parece que, parafraseando a Sakespeare, "algo huele a podrido en Dinamarca" en todo esto. De la inquina sectaria ha nacido un huevo de serpiente cuyo fruto es la transformación de los cerebros humanos en reptilianos. La situación económica y cotidiana no es. intrínsecamente , mala y sin embargo se esta viviendo como prebélica. Algo ponzoñoso ha ocurrido y se ha amplificado desproporcionadamente. No quiero pensar en una causa de bajas pasiones. No quiero pensar en una causa étnica excluyente. No existe conflicto religioso. No hay ninguna razón consistente para tanto odio.
Propongo que ambas minorías depongan su actitud, se estrechen las manos, y resuelvan civilizadamente los flecos discordantes, que en realidad son menores. Acudan a la sensatez sin romper nada, aunque cada bando quede insatisfecho, porque esa conclusión (la de aceptarse mutuamente) es un paso de gigante en la Historia.
La cultura del odio termina en tragedia. Siempre. Basta ya.
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