viernes, 16 de marzo de 2012

Entropía in itinere



Está en el camino a mi trabajo, dos veces al día paso por allí. Sinceramente, no me sobrecoge. Desde que una mañana, hará un par de años, apareció la frase inscrita sobre la pared he hecho varias lecturas de su contenido lapidario. Al principio la percibí como irreverente, sin más. Más adelante como iconoclasta, subversiva, radical, alternativa, e incluso belicosa. El semblante de los autores me resulta estereotipado, sin detalles, pero bastante sencillo de imaginar. Jóvenes antisistema por efecto de su propia edad, de su circunstancia, de su desinserción social, pero nada revolucionarios, nada de nada. Los revolucionarios son otra cosa, son sobre todo eficientes en su ideal. Estos garabateadores de spray solo son entropía social. Entropía.

Los procesos termodinámicos lo rigen casi todo, o todo. Transferencia de energía para producir trabajo, como la máquina de vapor, como la mecánica cuántica, como los procesos metabólicos celulares, ya digo, como todo. La entropía es esa parte de la energía que por desorganización molecular se pierde en el proceso, en forma de calor. Cuanto mayor es la entropía de un sistema menos eficiente resulta. Por ejemplo, en los seres vivos, el momento de máxima entropía es el instante de la muerte. Así de explícito. Recordando la Segunda Ley de la Termodinámica, todo sistema de transferencia de energía se realiza siempre desde la materia más caliente hacia la mas fría, y nunca al revés, como afirma el enunciado de Clausius. Y en ese proceso se pierde energía, que se disipa . Es el resumen físico de la cuestión, y mi última reflexión sobre la frase lapidaria. A consecuencia del estado social que vivimos, esos exabruptos son el resultado de la ineficiencia del sistema global. Algo no funciona, algo pierde energía, algo es incapaz de aprovechar bien el potencial humano y su proceso dinámico. Y en ese proceso aparece la entropía que para nada sirve, y que delata la falta de ajuste del sistema que produce trabajo (evolución colectiva y sostenible en términos absolutos)

La ocurrencia agitada de esos jovenzanos, escribiendo soflamas vitriólicas en la pared, no es una acción revolucionaria, ni lo son las algaradas callejeras reactualizadas. nada de ello contiene en si mismo ninguna idea ni opción alternativa, solo son entropía. Tan solo indican que se está perdiendo el camino correcto hacia el destino eficiente de la Humanidad.

Tendremos que replantearnos bastantes cuestiones en la gran caldera del progreso mundial, o la máquina se llegará a parar.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Reflexiones de un expulsado del Paraíso


Lo milagroso es que a los muchos años tengamos aún la fuerza para mantener la compostura y cumplir aceptablemente con lo que nos exige la vida. Ahora se nos queda atrás la mañana radiante de la juventud con sus perfumes de proyectos y oportunidades y el fulgor del mediodía de la madurez en la modesta cumbre del bienestar. Ahora , no sabemos a ciencia cierta que esperamos ni a quien esperamos. El tiempo opera una metamorfosis tan precisa como inexorable, mientras lo vivido se acumula en un compartimento cerrado a cal y canto del que es imposible extraer, ni sustraer, nada.

Me duele perder la esperanza en que todo sea mejor, tal vez nunca las cosas hayan sido algo mejorable, pero antaño se me antojaba que poco a poco y con el paso del tiempo se podía lograr una especie de excelencia. Han sido muchos lustros de obstinación en ese objetivo de ética vital, profesional, personal, pero los resultados han sido escasos. Sigo en una perspectiva de frustración que se alimenta de las dificultades para navegar en las turbulentas aguas de los entornos. Es posible que la razón fundamental sea la propia limitación de mis capacidades. ¿Para qué culpar a vagos y maleantes, o a incompetentes y zafios, si tal vez todas esas lacras también las contenga yo mismo aún sin querer darme cuenta?. Cierto es que la gente está difícil, que la sociedad se comporta con adocenamiento, que no hay destellos de creatividad. Cierto. Pero...¿no será que todos estamos cayendo en picado hacia una dimensión cautiva de felicidad?

A menudo envidio a los seres más simples, como mi perra. Viendo los documentales de Naturaleza he sentido admiración por esos monos saltarines del Africa Central, por las ballenas surcando los mares, por las águilas volando sobre las cumbres. Me ha conmovido la libertad de esos animales que conocen a la perfección sus ritos y sus instintos, todo en estado puro, hasta verlos sestear plácidamente, hasta ver como son devorados en aras de la supervivencia de las especies (morir en las fauces de un hermoso león no es deseable pero es mucho más trascendente y elegante que morir en un accidente de tráfico o en una guerra).

Aceptando que lo más sublime es hacer lo mejor sin esperar premio alguno a cambio me adentro en ese camino sin destino de la existencia. No tengo costumbre de apoyarme en los misticismos ni de creer con ánimos salvíficos, y aunque no soy ni me tengo por nada extraordinario he deducido que no es preciso llevar, en la vida, ninguna hoja de ruta especial. Tan solo caminar sin esperar nada, andar tan solo con la inercia de la humildad. Algún día llegará en que será "domingo" y no habrá que levantarse.

jueves, 8 de marzo de 2012

Violencia estructural y Derecho reproductor



Entre unos y otros van a pervertir la semiótica del lenguaje, y de paso las pocas neuronas sanas que nos quedan. Ayer, en el Congreso, la una definiendo el aborto como derecho reproductor y el otro, antiabortista saliendo con lo de la violencia estructural. Vaya panorama, luces mortecinas en el foro nacional, entregados a un ejercicio evasivo sobre la cuestión. Ninguno, a mi juicio, da pie con bola. Los extremos se tocan, añadiendo confusión a la cuestión. Señora proabortista: el aborto no es un derecho reproductor, es en todo caso un derecho antireproductor. Señor ministro la violencia estructural no existe, existe una profunda falta de ética en la sociedad, que es distinto. Señora proabortista: quien siembra vientos recoge tempestades. Han jaleado, ustedes, el libertinaje sexual por activa y por pasiva, y eso pasa factura en forma de embarazos no deseados, en proporción al grado de promiscuidad alcanzado. No es coña. Señor antiabortista: supongo que perseguirá esa violencia estructural y se hará cargo de todos esos embriones no deseados y de sus madres, incluyendo en los presupuestos generales una partida de 20.000 milones de euros para sufragar los gastos de manutención, anualidades por alimentos, educación, sanidad, y vivienda digna. Si no le salen las cuentas puede convencer a Amancio Ortega y algún otro para que colaboren en el proyecto. Así sería viable. Señora proabortista; no diga más la falacia de que a ninguna mujer le gusta abortar, es una obviedad, diga mas sinceramente: a ninguna mujer le gusta quedar embarazada cuando solo trataba de divertirse un rato (lo cual si es un derecho ciudadano)

Lo decisivo en el debate del aborto es encontrar el punto de sensibilidad humana. A estas alturas de nuestra evolución deberíamos estar en condiciones de respetar la vida de todos los seres humanos, nacidos y no nacidos, y de adoptar todas las medidas posibles para conciliar el crecimiento demográfico. Lo que no tolera la propia Naturaleza es la huida hacia adelante, es el autoengaño conceptual. Prevengan, y haganlo con rigor. No instiguen sexo, eduquen, enseñen a evitar embarazos no deseados, pongan los medios para que de una relación "sin finalidad reproductora" no surja una tragedia. Y si todavía hay consecuencias, ya que inevitablemente se seguirán produciendo embarazos, asuman su responsabilidad política y social y garanticen la vida para el que viene en camino. Reserven el aborto para aquellos seres inviables o abocados a grandes sufrimientos tras el nacimiento, y cuya supervivencia no llegará a ser más que una crueldad contra ellos.

Señora diputada: abandone la lectura de "La filosofía del tocador". Señor Ministro: abandone la lectura de "Camino". Hay cosas mas recomendables, en la literatura, para ambos.
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sábado, 3 de marzo de 2012

OLORES DE SIEMPRE



Al iniciar mi paseo sabatino, Garmin en la muñeca buscando satélites, un olor me ha retrotraído al pasado. Un olor. Yo no corro, camino rápido, que no es lo mismo. Será que no tengo la necesidad de descargar ansias vivas, o porque caminar a buen paso (a 6 km por hora) me equilibra con lo más natural: andar los caminos. Pero ha sido el olor, que partía de una Residencia a media mañana y se extendía por las calles y aledaños: el olor de la preparación de la comida. Desde una ignota cocina fluyen los aromas de la sopa y los sofritos, iguales a los de hace cincuenta años. Eso me ha parecido. Reconozco que un olor es difícil de describir con palabras, es como un sentimiento profundo, complicado de plasmar en unas líneas. Pero algo penetraba por mi pituitaria hasta el mismísimo almacén de los recuerdos devolviéndome a los tiempos del colegio. Durante aquellas mañanas interminables, los matices de cuanto se cocía invadían el aire, el cielo, y hasta el Universo. Era el trajín de las cocineras gordas y amables que preparaban para todos el yantar primordial del mediodía. Aquellas mañanas que cantaba entre versos Don Antonio Machado---"la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía,... ha de tener su infalible mañana y su poeta."

Loa años pasan como un misterioso viaje a ninguna parte, y en ese trasiego no cronometrado nos ha sido dada la capacidad de jugar con el muelle de la vida, eso si comprimiéndolo, tan solo comprimiéndolo, nunca estirándolo más allá de su última y máxima longitud. Pero al menos poseemos esa magia de dominar el pasado. El futuro se nos niega. Asuntos cuánticos, o sobrenaturales. O las dos cosas.

El olor entrañable que las refitoleras de la Residencia han liberado desde sus fogones, esta mañana, me ha hecho esbozar una sonrisa, Ya es algo.