domingo, 6 de mayo de 2018

Nechaev y las mujeres








Desde hace algún tiempo el populismo está reeditando El Catecismo revolucionario, al menos  en ciertos pasajes y por fortuna no en todos. Su autor, Sergei Nechaev, fue un siniestro personaje de la revolución rusa al que los mismos Marx y Engels tacharon de infame y  el propio Bakunin (fundador del anarquismo) aborreció cuando captó su malvada esencia nihilista. No obstante, su legado panfletario ha resucitado entre aquellos que hoy abrazan enardecidos las tesis mas radicales en la actualidad. No se dan cuenta de que lo único que persiguen sus soflamas es la aniquilación total de la sociedad sin considerar el futuro y sin atisbo alguno de esperanza humana. Una inquietante  propuesta para "cambiar el mundo".

Al hilo de ello me he detenido, leyéndolo, en uno de los puntos textuales menos sangrientos pero más perverso de la obra, el que hace referencia a las mujeres:

21. La sexta, y muy importante, categoría, son las mujeres. Éstas deben ser divididas en tres categorías. Primero, aquellas mujeres "cabeza hueca", inconscientes y desalmadas, que pueden ser utilizadas de la misma manera que los hombres de las tercera y cuarta categorías. La siguiente categoría es la de aquellas mujeres que son apasionadas, devotas y talentosas, pero no son propiamente nuestras, ya que no poseen aún una comprensión cabal, austera y revolucionaria. Ellas deben ser utilizadas como los hombres de la quinta categoría. Finalmente, están aquellas mujeres completamente nuestras, es decir, aquéllas que han aceptado nuestro programa y están totalmente dedicadas a él. Ellas son nuestras camaradas, y deberemos considerarlas como nuestro tesoro más preciado sin cuya ayuda no podemos triunfar. 

Obviamente los años finales del siglo XIX fueron convulsos, que duda cabe, y los primeros del siglo XXI parece que también, salvando las coyunturas. Hay un tufo agrio y desolador en  todos los radicalismos, incluyendo el feminista, e intuyo que algo de estas pestilentes ideas esta germinando en la tierra contaminada que pisamos. La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres no admite reservas, es un objetivo inapelable, pero hay que tener mucho cuidado con las categorizaciones femeninas cuando se impulsan desde sectores populistas. Ser mujer es algo tan grande como ser hombre y así debe considerarse en cualquier circunstancia. Lamentablemente los aprendices  y aprendizas de Nechaev no lo entienden de esta forma. Ese texto revolucionario apologiza la destrucción de todo sentimiento y de cualquier valor sensible, en cuyo caso estamos ante una ideología exterminadora que no sostiene más que al objeto de la revolución en  si misma. Para mí, tan delirante finalidad subyace amenazante en las recientes manifestaciones contra la inefable sentencia de "La Manada". ¿Es la víctima una de sus "camaradas", como puntualiza El Catecismo Revolucionario? Me lo pregunto ya que tamaña  reacción feminista en nuestras calles no se ha dado en otros casos con infausto desenlace incluido. Tal vez, esas otras mujeres violadas y asesinadas fueran de cuarta o quinta categoría según el protocolo revolucionario,

Yo creo en los seres humanos, sean del sexo que sean, pero me niego a tomar partido en esas tóxicas manifestaciones que discriminan a las mujeres dentro del propio sexo femenino. Eso lo considero execrable.

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