domingo, 21 de agosto de 2011

UN INSTANTE DE FE






En la cima del Costabona, 2454 metros, hace unos días asistí a un acontecimiento de nostalgia, hoy probablemente anacrónico. Un grupo de seminaristas, guiados por un Páter, celebró una Misa en todo lo alto de la bella cumbre pirenaica. Allí, desde donde se divisa España y Francia en la misma raya de la frontera, de un lado la collada Fonda y del otro La Preste, iniciaron la ceremonia. Cerca del cielo, ya que esa es la sensación subjetiva que se tiene tras una dura ascensión , en torno al sacerdote se inició el sacrificio litúrgico. Me impresionó, he de reconocerlo. Rememoré mis años mozos, en los que también hacíamos lo mismo con el Padre Palau, en el Matagalls, o en portarró de Espot. Pero han pasado mas de 40 años y las cosas no son lo mismo. ¿No lo son... verdaderamente?.
Bajo un sol impecable luciendo en la bóveda azul las preces entonadas al unísono por el grupo sonaban de forma estremecedora. Esa congregación, en lo alto del monte y entre las cordilleras imponentes del Canigó y del Grá de Fajol, agradaba al propio Universo, le rendía honores a un Dios discutido, pero no discutible. Tuve la sensación, aunque muy efímera, de recuperar la fe, aunque entre mis sudores y agujetas. Mi gorra azul marino estaba impregnada de sal, sentia mis piernas fatigadas, y la grandeza del paisaje me hacía alucinar. Cierto. Pero... aquella Misa...era toda una referencia. Ni los tiempos descreídos, ni el poder ominoso del ateísmo oficial y social habían podido con toda la espiritualidad. Me emocioné con el anacronismo presenciado en la cumbre. Cerca del cielo.

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