No tenía previsto escribirle a usted, señora Ana Oramas, pero ayer, en su entrevista en TRECE TV dentro del programa La Azotea, algo me incitó a hacerlo sin dilacion. De entrada le pido disculpas por si alguna de mis expresiones rayara el límite de lo permitido, pero como en estos tiempos de liberalidad mediática, y sobre todo política, casi nadie hila muy fino, me dispongo a decirle cuatro cosas.
El estado psicólogico de nuestra sociedad ha experimentado un nuevo brote de hastío como consecuencia del amargo trance pandémico, aunque. tal vez, no solo por ello.. Cabe invocar otras causas que, a mi juicio, socaban la dignidad invidual y colectiva, Me refiero a la deriva que en el mar de la desfachatez se encuentran todos ustedes: la casta política. Fíjese bien, que no es nada partidista, y que ni siquiera conozco el ideario de su formación. Esa es la cuestión, que todos me parecen gotas de agua. Bajo el manto de una genuina dulzura canaria rezumaba esa hipocresía abyecta que a todos nos resulta perniciosa, esa misma hiprocresia que alimenta el fuego de la indignación. Sin ser usted el mayor exponente de la felonía también contiene ese ingrediente en buena medida. Mire, ninguno de los que integran el hediondo mundo de la política deberían tomar la palabra de la hosestidad en vano, ardid que utilizan sin descanso. Por mas que el marco cosntitucional les ampare y les provea de todo tipo ventajas para humillación y escarnio de los ciudadanos de a pie, no tienen patente de corso para reirse, en comandita, del conjunto de personas que vivimos en España. Debería caerles la cara de vergüenza al exaltar ese constructo trasnochado del orden imaginado que a todos los reprime con leyes injustas, sectarias y discriminatorias, las que ustedes aprueban entre obscenos ejercicios de palabrería en el hemiciclo. Señora Oramas, con ese aderezo de amargura minoritaria que derrama por doquier no contribuye en nada a resolver los problemas de la sociedad insular, ¿Sabe porqué? Yo creo que lo sabe de sobras: porque la cultura de la queja ya no da más de sí en la cueva de Ali Babá y los cuarenta ladrones (son muchos más en esta distópica actualización), aunque...funciona de maravillas para asegurarse un espléndido modus vivendi a título personal. Creo recordar que, durante la entrevista, hasta intercalaron unas frases suyas en las que aludía al MPAIAC, al que, si bien no justificaba, si traía a colación. Usted sabrá por que.
Despues de tragarme, largo y tendido, tanta hipocresia compartida por el aquelarre del Congreso, me quedé con la misma estupefacta sensación que al ver la meliflua imagen de Pablo Casado atufado por el estiércol en explotaciones ganaderas, la hierática pose de Abascal montado a caballo, la oronda silueta de Oriol Junqueras rezándole a un dios cuatribarrado (con una estrella), a Iñaki Urkullu departiendo en secreto en un recóndito caserío frente a un asesino convicto pero no confeso, y a Pedro Sanchez caminando, cual alumno suspendido, junto aldecrépito catedrático de los Estados Unidos y suplicándole una revisión de examen..
Váyanse todos ustedes al infierno!