“Imagine no countries…”, decía John Lennon en su maravillosa canción, esa joya musical sobre un desiderátum pacifista, cuasi beatífico, que pocos (o ninguno) hombres poderosos del mundo han citado en sus soflamas mediáticas. Habrá sido por la impertinencia de los versos a sus oídos, o por la ralea del autor, Sin embargo, esa bella composición también ha ido desapareciendo de la difusión general, al menos en el ambiente que me rodea. La hermosa sencillez de cuanto dice, y esa música de acordes básicos, no son otra cosa que una oración, como una prolongación natural del canto gregoriano, A pesar del “no religion too...”, para mí se trata de un genuino manifiesto espiritual que se derrama sobre el controvertido mundo de las vanidades y todo tipo de tiranías. Tiranías, si, por doquier, bajo las procelosas intenciones de cuantos pretenden apoderarse de los demás, y someterlos, usando cualquier tipo de fuerza, material o inmaterial, coartando libertades y, en cualquier caso, derribando la concordia. Esto es, ni más ni menos, lo que viene sucediendo en Catalunya desde hace mucho tiempo, la maravillosa tierra en la que nací. Tengo razones más que suficientes para sentirme orgulloso de mi origen, de su paisanaje y de sus paisajes, de sus costumbres, de su lengua vernácula, y de su cultura milenaria, pero no me siento mejor ni superior que el recóndito indígena del Amazonas ni del meseteño enjuto de Tierra de Campos. A eso se refería Lennon en su canción. Si esa misteriosa asimetría de oportunidades ha determinado un mundo desigual, peculiar en el tiempo, pero no en el espacio, me equivocaría muy mucho exaltando mi soberbia, dando la espalda a la diversidad, o alejándome irascible de todo cuanto ha contribuido a mi existencia. No es creíble la sarta de majaderías que invocan los secesionistas, ni sus constantes alusiones a un pasado difícil, el mismo para todos los españoles (no solo para los catalanes), ya que gracias a la democracia fue superado y extinguido. No es de recibo el odio xenófobo en el seno de una gran familia, ni la falta de respeto a las personas y a sus sentimientos. Su credo no es limpio, es una oligárquica estafa, sus métodos no engrandecen nada, y olvidan que la única lucha, continua y perdurable, debe ser por la justicia equitativa, nunca por la ideología, que éstas siempre adolecen de escasez de miras, cualesquiera que sean.
Señores independentistas: traten de
acomodarse lo mejor posible en este barco que nos lleva a todos juntos al
futuro. Descarten la idea de tirarse al agua, y para alejar tan funesto
disparate de su cabeza….escuchen, de nuevo y relajadamente, Imagine.
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