martes, 28 de abril de 2020

El diagnóstico


Lo más parecido a un régimen politico opresor, y radical, es este confinamiento por pandemia que ahora estamos sufriendo. Hemos perdido la libertad, sin más ambages, y empezamos a sentir los primeros síntomas de una lenta pero invasiva enfermedad que termina siendo letal. Concedo que, por ahora, no hemos llegado al drama del horror bélico convencional, el que sufren actualmente varios millones de seres en el mundo en más de cuarenta conflictos activos, pero algo se ha manifestado ya en forma de patológica inquietud dentro de nosotros. Es un pródromos  insidioso que aún no causa graves manifestaciones generales, pero si locales: nos ha empezado a temblar la confianza. 

Todo ha empezado, aún con previo aviso, cuando tras desdeñar, una vez más, lo que a otros  muy ¿lejanos? les ocurría desde el pasado diciembre, hemos advertido unas molestias vagas en forma de reclusión domiciliaria para una quincena. "Es extraña esa pequeña úlcera, pruriginosa pero indolente, que de pronto nos ha salido  en medio de nuestras anchas espaldas". Ya se pasará, no puede ser nada importante, no sangra, no tiene mal aspecto, y además nos han dicho que con dos semanas de reposo se cura. Hagamos acopio de unas provisiones, leamos, tomemos el sol en la terraza y unas copas de vino extra, y en pocos días todo se solucionará. Pero no fue así.

Para mi vecino es "una tocada de huevos", y lo lleva muy mal, Para mi amigo emprendedor y dinámico empresario en potencia, estos son unos días preciosos para diseñar una revolucionaria estrategia de marketing que en breve arrasará en ventas comerciales.  Por fin, su decimonoveno proyecto, triunfará. Para el venerable abuelo que cada año, en otoño, me acompaña a buscar setas será el fin de su existencia, y me quedaré sin guía micológico para siempre. ¡Qué pena!, pero así es la vida. Para mis nietos, albricias, unas maravillosas e inesperadas vacaciones durante las que entregarse (cuerpo y alma) a la Play Station. Pero no, no ha sido exactamente eso, cuarenta y cinco después

-Así, ¿usted cree que todo esto es una infección venérea?
- Lo es, Se trata de un cuadro clínico patognomónico.
- Pero bueno, ¿qué me está diciendo?
- Reconozco que resulta extraño observar tal tipo de lesión en medio de la espalda, 
 pero cosas mas raras se han visto, Verá, el sujeto en cuestión tenía la insana costumbre de                  frecuentar  unas desaseadas meretrices que satisfacían, sin objeciones, sus excéntricos                       caprichos. Uno de  ellos era montárselas a horcajadas en su espalda y trotar por la                             habitación dando gritos de  victoria. Ese contacto prolongado y de rítmicas inoculaciones ha             sido la causa de la infección. ¿Me sigue?
-Perdone, está usted completamente loco.


No tan loco. El sagaz investigador ha rastreado en todo lo posible los antecedentes del enfermo, sus hábitos de vida, sus contactos, sus desplazamientos. Un encomiable trabajo de campo. Se trata de un ciudadano respetable, descendiente de una reputada familia de la ciudad. Sus antecesores construyeron un sólido negocio que, generación a generación, se ha mantenido, aunque con algunos altibajos, de forma próspera. No obstante, como los tiempos han cambiado, ha decidido emplear parte de su fortuna en placeres viciosos y así gozar del momento presente. Carpe diem. Ha puesto fin, poco a poco, al recto espíritu de la familia, ese marchamo inmemorial de abnegación y trabajo, desplazando la penosa imagen que ofrecían las fábricas de sus tatarabuelos, pobladas de obreros miserables y enfermizos, a otras latitudes lejanas, donde la explotación  humana continua pero sin la tediosa obligación de contemplarla  todos los días al acudir a su puesto dirigente. Como ha perdido la noción de actividad real, ya no es capaz de resolver los problemas técnicos u organizativos que van surgiendo, y ha contratado a un nutrido equipo de asesores, que por cierto le roban bastante durante sus repetidas ausencias. Se aburre en esa holgazana monotonía, y recurre a todo tipo de torpezas para distraerse. Nunca ha pensado en un plan alternativo que equilibre la alta capacidad empresarial con  el bienestar y el progreso paralelo de sus tradicionales trabajadores. Le han contado que deslocalizando la producción se logran pingües beneficios al tiempo que se colabora con el desarrollo del tercer  mundo. Un traje a medida. Sin embargo, ahora este contratiempo, esta ulcerita en su espalda que se resiste al tratamiento y le tiene preocupado. Visitará al mejor especialista, gastará lo que haga falta y, sin duda, se curará..Eso cree. Pero no, no será así.
         
           -La lesión ha desaparecido -dice el prestigioso dermatólogo-, pero no solo no está curado sino que padece un fase avanzada de la enfermedad que,  en  pocos años, afectará a su sistema nervioso central causándole demencia y parálisis progresiva, hasta que le explote la aorta.
           -Pero algo se podrá hacer -exclama el acaudalado consultante visiblemente horrorizado-, tiene que haber una u otra solución en estos tiempos de avances científicos.
           - Bueno, algo puede hacerse, es cierto -responde el especialista-. Cuando sea el momento oportuno puede recambiarse la aorta, eso es técnicamente factible ya en la actualidad y desde hace unos años. Pero lo demás...me temo que no.
          - Creo que voy a consultar a otro médico menos agorero que usted -profiere indignado el paciente de pago-. Parece mentira que diga estas cosas.
           - Pues ya lo ve, no puedo decirle otras. Su problema,  ahora, ya es muy grave. Algo ,le  reitero, se puede hacer, pero tan solo para seguir viviendo en un cuerpo deshabitado, latiente, pero desquiciado, instuticionalizado, como le ocurrió hace años a Occidente. ¿Lo recuerda?, o ¿soy yo quien se está liando entre el pasado y el futuro?




         



miércoles, 22 de abril de 2020

Sin primavera





No solo "nos han robado el mes de abril", sino la primavera entera. Seguramente estaba escrito en alguna parte que este año faltarían las ruidosas golondrinas del atardecer revoloteando sobre los tejados, y esa estampa de lugareños ocupando el ágora de las plazas cuando la luz del día todavía permanece en el cielo. Como todo nacido en primavera mantengo una relación de amor y odio con ella que se debate sin  vencedor ni vencido esos meses señalados en los que nacen los monos y el aire se espesa con el maná del polen. Ha sido en esta estación climatológica en la que , aunque pocas veces, he enfermado de verdad, con alguna gripe terrible que torturaba mi cuerpo y mi alma a través de la fiebre.  Para mí, las primaveras, son períodos básicamente estéticos, no muy emparejados con la felicidad, cuya explotación monopoliza, desde siempre, el verano. Por si fuera poco, ahora y en este caso, ignoramos si luce como en otras ocasiones o también ha quedado confinada.

Retrospectivamente, cuando paso revista a mi biografía, constato que además de esas gripes escalofriantes, en primavera he sufrido bastantes sinsabores emocionales. Por más que en pleno mes de mayo ella me diera la bienvenida al mundo hace un montón de años, no hemos hecho buenas migas. Y la cuestión no queda ahí, porque en medio de sus verdecidos emblemas luce el crespón negro de la Semana Santa, que jamás he asimilado positivamente. Ese receso funerario entre marzo y abril, en mi entorno,  ha significado un lapso insomne y advenedizo dentro de mi vida estudiantil y un castigo de inactividad perniciosa durante mi etapa profesional. ¡Cuánto odiaba llevarme los prolijos apuntes para aquellas  aburridas minivacaciones,  y qué descalabro asistencial sobre la programación acuciante del Servicio! 

 Abajo la primavera.

martes, 21 de abril de 2020

Carta al presidente de la Nación



Señor Pedro Sánchez,


No hay más que verle, en sus sobreactuadas declaraciones institucionales, para descubrir que adora la mentira y la falsedad en las que refugiarse de toda su ineptitud. Si que es consciente de la difícil papeleta que le he tocado gestionar, cuya envergadura le supera a todas luces, y es por ello que ahora nos amenaza oscuramente con represalias a la información, algo muy propio de todo dictador empeñado en su poltrona con febril obsesión. No debe ser usted un tipo de lágrima fácil, ni siquiera de los que hacen examen de conciencia al menos una vez al año, en peligro de muerte, o si se ha de comulgar, y por ello , a todos nos preocupa, Con un país en manos de un político asentimental, que ni siquiera guarda luto oficial por los fallecidos en esta guerra que usted si pudo, y debió, contener en su momento,  la incertidumbre nos invade y la rabia nos enerva. Debería dar un paso al lado, y permitir que sea relevado por quien tenga mejores maneras y sobre todo mejores ideas para salir de este naufragio. Incluso en su propio partido estoy convencido de que hay gente capaz para ello. Resulta indispensable, en todo momento difícil, actuar al menos con honestidad, algo de lo que usted carece. Ese regodeo morboso y recurrente en sus esquizoides contradicciones, que viene de atrás, ahora se ha convertido en una trágica circunstancia, en una emergencia terrible con más de 20.000 muertos, y le ha puesto en un brete muy complicado, pero usted sigue tirando de indolencia y lo ignora, nos ignora a todos. Solo piensa en las argucias para mantener el Poder, y mantenerse, en su elevado puesto, despreciando todo el dolor de tantas familias, la desmoralización de miles y miles de sanitarios ante la impotencia de salvar las vidas de muchos enfermos, el caos económico que nos aboca a la miseria, el durísimo trabajo de todos cuantos posibilitan que sigamos vivos, y la profunda herida en nuestra dignidad personal y colectiva. No nos merecemos tanto daño, señor Sánchez.


Atendiendo a la realidad, no es usted el único culpable de esta tragedia, pero si un cómplice necesario. Hay algo apocalíptico en este proceso, es innegable, porque la consistencia de los datos generales de esta pandemia así lo expresan. Somos los más castigados, con la mayor tasa de mortalidad por millón de habitantes, eso no ha podido silenciarlo. La Administración Pública bajo su mando ha demostrado una de las más vergonzosas ineficiencias en la gestión de recursos y aprovisionamientos, esa decimonónica Institución contaminada por un ostracismo de vieja fecha, que sus mentiras electorales y soflamas de cambio no han conseguido adecentar. Usted, desde que fue elegido presidente, se ha instalado en la torpeza de la egolatría desde donde presenciar los juegos perversos que le ha propuesto su propio gabinete y sus socios de gobierno, como un César de medio pelo moviendo el pulgar, arriba o abajo, ante los lances de leones y gladiadores. 


 Me ruborizo profundamente por tanta insolencia, señor Sánchez, y aunque a través de sus secuaces me aplique medidas coercitivas, le digo:  váyase y no vuelva.


viernes, 10 de abril de 2020

Lecciones de la pandemia

En esta crisis sanitaria no estamos aprendiendo nada (que module nuestras actitudes), ni reflexionando siquiera sobre los errores que, en el día a día, llevamos cometiendo desde hace décadas. A mi no me extraña nada, y enseguida explicaré porqué. El panorama que aparece, cuando  me asomo al balcón, es el de una sociedad desnuda, incapaz de tapar sus vergüenzas, con sus calles vacías (solo por miedo, y no por convicción sanitaria) tan solo transitada por unos pocos listillos que deciden echarse a la vía pública con la excusa de comprar una lata de sardinas y algunos paseantes de perros. Pertrechados con variopintas mascarillas, los que aún caminan en medio de esa distópica soledad, me aclaran lo tontos que hemos llegado a ser y lo desvalidos y rehenes del Poder en que nos hemos convertido. Veamos. Una mascarilla, de las que se llevan en este carnaval y que no son de tipo FPP, no te protege de agentes nanométricos, como es el caso de los virus.  Queda claro que inspiramos aire, ¿sí?, bien.  El cononavirus  mide 120 nanometros,  un nanómetro es 10 elevado a la -8 potencia de un metro (la mil millonésima parte de un metro). y expresado en micras: 0,1 micras. Así que el nuevo look de nuestros conciudadanos es solo atrezzo, lejísimos de un filtro absoluto, y parece que, simple y llanamente, nos hemos encomendado a la Virgen de la Mascarilla. Eso si, no inspiraremos polen (cuyas partículas son susceptibles de ser retenidas por las recientes creaciones de las modistas ociosas y los manufactureros del papel de cocina), y propongo que, para siempre, de febrero a julio, todos llevemos burka (mira por dónde) y con ello evitemos la gran patología asmática, que en mayor o menor grado a todos nos afecta y causa elevados costes sanitarios. Desoladora tanta ignorancia que por cierto, no es bendita inocencia ni viene de Dios, sino del Gobierno actual que nos apacienta. Todo muy lamentable.

Pero volvamos al principio, y retomemos el alma de la cuestión, cuya eventual enseñanza en esta pandemia , en efecto sera eventual (la enseñanza) y no dejará apenas poso No seremos capaces de tomar medidas profundas en nuestras formas de vida y volveremos, cuando las circunstancias y nuestros bolsillos nos lo permitan, a lo de siempre: al estilo guarridondo nacional, sin lavado de manos frecuente (observado hasta en los lavabos de las salas VIP después de mear y/o cagar, por ejemplo, y hasta en los hospitales de la maravillosa sanidad Pública después de palpar  barrigas) y al estilo manirroto en la adquisición de fruslerías, de ropa de temporada(al principio, en medio, y al acabar la temporada, primavera, verano, otoño, e invierno), drogas, alcohol, sexo de pago, rock and roll, fúrtbol, móviles de última generación donde guardar otros miles de fotos más,  cuentas elevadas  en restaurantes especialistas en comida/diseño para tontos, comandas de vino peleón firmado por alquimistas fracasados de la industria química, medicamentos para lo que sea ( sin importar estar sano), gimnasios claustrofóbicos para sudar y alimentar la libido pansexual, cirugía de la belleza para realzar todas las partes blandas, coches eléctricos para huir, sin hacer ruido, a la segunda residencia en caso de nueva pandemia, ollas de baja temperatura y de media temperatura y de alta temperatura, cortadores de fiambres, robots de cocina, robots domésticos, Robocops, volveremos a los robos, estafas, asesinatos, embargos, violaciones grupales e individuales, safaris, viajes del IMSERSO, viajes a ninguna parte,  tecnología 5G, 6G..7G,...87G. Y después de todo, ¿ hay alguien tan tonto que aún crea que solo votando a la casta mafiosa  cada cuatro años vamos a cambiar las cosas? ¿Todavía nadie se explica porqué ha llegado este virus para confinarnos?  Pero hay una solución,

 Bastaría con dedicarse al trabajo que mejor sepa hacer cada uno, y al concluir sentarse a charlar con compañeros o amigos, y saborear una taza de café o una sencilla copa de vino, unirse a ellos en cuerpo y alma (sin whatsapp), prepararse unas buenas lentejas estofadas, caminar sin prisa por los caminos, conocer gente, hablar de sueños, leer (lo editado antes de 1960), contemplar el arte más cercano (pero a fondo), entretenernos con nuestras habilidades (huir un rato a otros mundos volando con las alas de nuestras manos), adornarse la casa por dentro, poner unas flores en la mesa, echar un buen polvo (calidad sobre cantidad), tomar el sol, ayudar a los que reclaman ayuda, cuidar de las plantas, dialogar con nuestro perro, escuchar música, y sobre todo pensar, sin condicionamientos, libremente, en el dominio de nuestro último bastión.

Ahí, por hoy, lo dejo.

domingo, 5 de abril de 2020

AUTE, dep



Me he vuelto a extraviar en el dédalo de mi adolescencia, para acabar perdido bajo la sombra de aquellos algarrobos  de Cala Llonga. ¡Qué penosa orientación la mía! Muy cerca de la playa, a escasos veinte metros, me hacen una pregunta. De eso hace, nada menos, que cincuenta y tres años.

-¿Aute o Serrat?

Mi curioso interlocutor, que también es compañero en la tórrida tienda de campaña, tiene esas salidas repentinas, de vez en cuando, atildando su voz pija.

-Pues, no sé. ambos me gustan. 

La brisa ardiente de las cuatro y media de la tarde, en Ibiza, a finales de julio, se lleva mi respuesta hacia el ruidoso pinar de las chicharras.

-Yo prefiero a Aute. Serrat es un "sensibilero"

El repipi  ya ha tomado partido, con solo catorce años. Yo no, ni después, ni nunca. Mala cosa eso de la ponderación, para medrar y escalar los escarpados picos del Poder, por mucho que sirva para dormir tranquilo todas las noches de una vida .Parece que, a juicio del futuro presidente del Senado en 2019, los "sensibileros" caminan detrás de los nobles hidalgos de casta, como escuderos de a pie, mucho mas duchos en bucólicas  baladas que en el arte de manejar la espada, en este caso una espada de plástico que a nadie intimida,

Aute  ha sido un genuino pijoprogre, un icono finalmente derrumbado por la mala salud, que tuvo su tiempo y su momento de gloria. Más allá de una armoniosa voz, tal vez demasiado trovadora, jugó a subvertir, pero cuerpo a tierra en la trinchera, protegiéndose de todo mal.  Dicho sea de paso, todos estos, incluido mi pedante compañero de colonias, han gozado, y no sufrido , de la inspiración torticera que un dictador viejo y enfermo les ha procurado, entonando un mantra conventual para expulsar al demonio con piadosas letanías. Poco más, porque esos dibujos y pinturas, sin los millones de discos vendidos, ni siquiera se subastarían, hoy, en e-bay. Puede que me esté excediendo, y pido disculpas al propio Aute, quien acaba de dejarnos... pero que quieren que les diga...que prefiero los versos demoledores de otros insignes hombre de izquierdas. Machado y Miguel Hernández....cantados por el descartado "sensibilero". Esos si fueron unos valientes.

Y ahora el mar se vuelve azul turquesa, rizándose con pequeñas crestas blancas. Luego se amansará, cuando el sol se oculte del todo, y en esa penumbra deliciosa nos zambulliremos en la calma encantada de sus aguas. Hace cincuenta y tres años allí estábamos, gozando de una arcadia que tan solo compartíamos con un solitario ingles que se sentaba en las primeras rocas, y escribía algo en un cuaderno titulado con unas iniciales, D. G., y dos palabras en ingles: THE WALL. 

Ibiza 1966.