viernes, 30 de diciembre de 2011

Mendigos



En mi novela, no publicada, "Cenadurías de diciembre" el protagonista es un mendigo, y toda la historia gira en torno a su vida. Siempre me han atraído esos personajes que discrepan de la fortuna y se encaminan hacia un viaje solitario y ajeno a las normas. No son gente sencilla, su existencia está plagada de controversias y de ferocidades naturales, como si representasen el punto y aparte de la sociedad. Estos días les recuerdo con reiteración. Será la Navidad, será el frío, o la nostalgia. Para mí son los auténticos indignados que solo aspiran a abastecerse en el día a día, sin ambages, sin doble moral, sin recursos. Inmersos en la pobreza, dentro de la esfera hermética de la ausencia de necesidades espúreas, van de aquí para allá pateando calles y caminos, o viajando como polizones. Me dan mucho que pensar.

Raros, desconfiados, huraños, si, y humanos, profundamente humanos. Creo que supe captar todo eso en mi novela, la que surgió de un cuento escrito en el bochorno de un verano, desde mi trayecto cotidiano al trabajo al pasar por delante de uno de esos albergues, y de un sentimiento de soledad que tal vez me espoleó, en aquel tiempo, a dedicarles 128 páginas. No se si algún día me decidiré a editarla, ni se si estoy por la labor desde mi condición de diletante de la literatura, que no de escritor, pero si lo hago prometo que le regalaré un ejemplar al primer mendigo con el que me cruce.

Son gente necesaria, aunque parezca que no. Son desfavorecidos, en su mayoría, pero los hay, también, que solo entienden la vida desde esa andadura. A todos ellos, mis mejores deseos para 2012.

martes, 13 de diciembre de 2011

El bosón de Higgs


El bosón de Higgs es la nueva representación intuitiva de Dios. No bromeo. Supone el elemento creativo de la materia, de la masa, desde las fuerzas electromagnéticas, generando en las sucesivas transformaciones cuánticas la vida. Me llama mucho la atención que ahora, en estos tiempos de negación divina, irrumpa el fenómeno ultraestructural de la Física más avanzada. Estos teóricos son lo mismo que los místicos del ayer. Son seres intuitivos al más alto nivel, profundizando el pensamiento de manera similar a la de los grandes santos de todas las religiones. Aldous Huxley en su libro Filosofía Perenne describe con acierto y maestría la concurrencia común de todas las experiencias místicas, y evidencia que el soplo interior de la noción de Dios se halla en todas las aproximaciones de las diversas doctrinas teológicas. Eckart, Santa Teresa de Jesús, los poetas sufíes, los shivaíticos, los budistas, etc, se basan en un mismo trayecto hacia la perfección que no puede ser entendida más que con la fe. Recomiendo el libro. Más allá de cualquier tesis reduccionista del ateísmo contemporáneo debe reflexionarse, a la luz de estos recientes postulados de las subpartículas, acerca de la Creación. No pueden tomarse más que como metafóricos los antiguos textos sagrados pero no como ficticios, puesto que se han escrito desde la intuición para un tiempo de simpleza social, para hacer comprensibles los fenómenos sobrenaturales al vulgo. Aún el bosón de Higgs es sobrenatural, y lo será durante muchos y muchos siglos. Se le siente con una emoción indescriptible de respeto temor y misterio. Es una auténtica revelación de la existencia de otras dimensiones omnipotentes, digamos de Dios.

Difícilmente seremos capaz de demostrar experimentalmente su genuina naturaleza, la del bosón. Hoy por hoy estamos más cerca de ese enigma, pero aún infinitamente lejos de descifrarlo en su complejidad. El efecto del bosón es el mismo que el de los milagros, que redundan en la magnificencia y en la imposibilidad de comprenderlos. Creo que la progresiva adopción de la religión cosmofísica es un hecho evolutivo del ser humano y no enfrentado a las religiones clásicas. Todas vienen a revelar lo mismo, todas tienen su cúmulo de aderezos simbólicos que refuerzan la genuina idea del Ser Supremo, ángeles, demonios, leyendas, apariciones, como la disciplina científica tiene sus hipótesis, teoría de las supercuerdas, de la incertidumbre orbital, de los estados de la energía, y la propia imposibilidad de resolver ecuaciones de espacio-tiempo a nivel estelar. Estamos ante el mismo fenómeno sobrecogedor y lejano de las primitivas civilizaciones: comprender a Dios. Y conocerlo.

Ignoro si las últimas palabras, estertorosas, que Albert Einstein pronunció a la enfermera que le atendía tenían algo que ver con todo esto. Nunca se revelaron, posiblemente fueron ininteligibles en el momento en el que la rotura de un aneurisma aórtico le dejaba sin fluido vital. Tal vez… en esos instantes alguien muy inexplicable andaba por allí.