lunes, 16 de marzo de 2020

CORONAVIRUS


Estado de alarma, y todo eso, confinamiento, aburrimiento, miedo, tristeza. Ya se sabe. La lección no tendría que ser solo virológica, sino de reflexión individual y colectiva. Pero, ya verán como todo esto, cuando pase, se quedará en nada, es decir, que no dejará ningún poso en el acervo social. Somos así, al menos en nuestro país. Ahora recuerdo una mañana lluviosa, hace años, en que volvía a casa por carretera y, de pronto, había un accidente muy grave. Un choque frontal, dos muertos. Nos tuvieron una hora parados, hasta que excarcelaron los cadáveres, y cuando se restableció la circulación , pasamos a marcha lenta por el lugar de los hechos, donde yacían, en el arcén, los dos cuerpos tapados. Era sobrecogedor. A menos de un kilómetro, el ritmo de la circulación volvió a ser normal, pero justo al llegar a un tramo de línea continua, un vehículo de alta gama me adelantó a gran velocidad, pisando  la raya y dando un volantazo  espeluznante. Poco había durado la enseñanza. Nada. Los incorregibles de la transgresión no se afectan por las evidencias. Ellos van a su aire, sin miramientos, abusando y conculcando las libertades de todos, y poniéndonos en riesgo. Son seres despreciables que desprecian a los demás, Tras esta pandemia volverá a reeditarse la malsana conducta: la de nunca aprender de los errores.

Es error el mundo globalizado, la delirante carrera material, y materialista, el desaprensivo progreso que solo nos entrega sus migajas  hundiéndonos en una dependencia que ya es alarmante. Es error la abolición del pensamiento espiritual (no digo religioso) en aras de una frenética consigna  carpe diem, extinguiendo el futuro y menospreciando el pasado. Es error construir un mundo artificial para que solo unos pocos, en occidente, disfrutemos de sus pompas. Es error  adorar al dinero como el único y salvífico culto que conduce a la ¿vida eterna?. Es error tanta fruslería. Y es error que esa inmensidad de chinos, explotados en sus fábricas por dueños de pasado comunista y presente nacionalsocialista,  nos provean de todo tipo de artilugios para disfrutar del sadomasoquismo maquinal que tanto placer pervertido nos produce.

Revertir, hasta un estado de cordura colectiva,  toda esta vorágine actual de dinero-tiempo , se me antoja imposible. No creo en los grandes consensos políticos, y mucho menos en las amenazas bélicas para  reorganizar el orden mundial. Soy lo que se dice una gota de agua en el océano, y un escéptico empedernido por definición, pero si hay algo que podemos hacer, sin ninguna traba (por ahora), es... pensar. Entornemos la puerta mediática, la del móvil, la tele, la radio, la prensa, e Internet, sin cerrarla del todo, y dediquémonos, simplemente, a pensar, Estos días son un buen momento para empezar con ello.