jueves, 20 de febrero de 2020

Eutanasia

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Vuelve la batalla de la eutanasia a la escena política y  yo me lleno de estupefacción, como no puede ser de otra manera, El envite, además de carroñero por parte ambos bandos, es tan estéril como decepcionante, es una inmensa falta de respeto  hacia los seres humanos, porque quienes conocemos muy de cerca las circunstancias terminales de la vida de los enfermos nunca le daríamos un trato tan despiadado a la cuestión. Si lo que pretenden es notoriedad a costa del extremo sufrimiento de las personas les auguro  un fracaso sonado pero, si se trata de un ejercicio más en la privación de nuestras libertades individuales, tendremos que tomar medidas extraordinarias. Basta ya con la patológica obsesión de manipular la intimidad de los ciudadanos, de abusar del poder, de creerse los dueños y señores de la sociedad. O bajan ustedes a la palmaria arena de la realidad o les bajaremos sin contemplaciones. La eutanasia es un acto humanitario, libre e individual, en el que ustedes no tienen nada que legislar ni siquiera nada que decir como estamento. Váyanse a paseo con sus trifulcas barriobajeras que tanta vergüenza nos dan, y sigan peleando por las monedas del botín. A ver si se enteran, la eutanasia se ha practicado, se practica y se practicará, bajo los criterios mas solidarios en el socorro al sufrimiento extremo, pero no metan sus hediondas manos en las decisiones soberanas de las gentes. Hasta ahí podíamos llegar.

La eutanasia nada tiene que ver con el meapilismo de un sector de la derecha ni con la avidez por eliminar a los inválidos de otro sector de la izquierda. Somos muchos los que no adoramos las agonías en la cruz o en una silla de ruedas y que tampoco aplaudimos las ejecuciones en masa como hacía Simone de Beauvoir (conocida pederasta) intelectualmente, o Pol Pot pistola en mano (un millón y medio de camboyanos). Por encima de tanta crueldad moral y física, en ambos bandos, está el amor al prójimo, libre de injerencias religiosas y políticas, el único valor que todos los usurpadores todavía no pueden destruir. Los que en algunas ocasiones hemos practicado la eutanasia, y sabemos de muchos casos más,  tan solo sentimos la  noción del deber cumplido en la atención de una situación  irreversible, sin ensoñaciones. Prolongar vidas que el dolor conduce a la desesperación me parece el más execrable crimen impune, y mantener por un tiempo indefinido a un cuerpo deshabitado, con sedación y ventilación asistida, una siniestra pompa de indignidad . Seamos sensatos.
Señores diputados, necrófilos o torturadores, ¡váyanse al infierno!

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