jueves, 12 de diciembre de 2019

El tonto útil


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Aunque Greta llegara, un día todavía lejano, a ser Premio Nobel de algo, yo me seguiría reafirmando en lo que pienso acerca de ella: es un, típico, tonto útil. Desde siempre, en las pandillas, el que accede a saltar la tapia para robar higos y correr los riesgos de la furia  del dueño del huerto, es el tonto útil, o a poner pegamento en la silla del profesor,  en fin todas esas cosas y, lamentablemente,  otras mucho peores. Personalmente puedo estar bastante de acuerdo en la evidencia de los problemas medioambientales y hasta comprometido con la conservación de la Naturaleza, pero sin llegar a la adoración caudillista de una muchacha que se erige en una especie de Mesías salvador del planeta. Ya no estamos en el año mil de nuestra era, no viene el anticristo, ni ahora se acerca el juicio final en el que serán  separados y mandados al infierno los que emiten gases y usan bolsas de plástico. La cuestión ecológica merece una atención decidida, sin duda, pero en clave científica y muy por encima de "infancias perdidas" dentro de un país rico y próspero como es el suyo, A Greta no le han escamoteado nada y, en cambio, a los niños y niñas de Eritrea si. No es demagogia, es una descomunal evidencia, porque olvidarse del orden de prioridades, urgentes prioridades, ya supone en si mismo un grave error.

A mi modo de ver hay en Greta rasgos extraños de personalidad. Los niños suelen congraciarse y sensibilizarse antes con sus coetáneos que con los problemas multifactoriales de la contaminación, porque sus espíritus, como sus arterias, todavía están impecables y en perfecto estado. En esa bendita polaridad hacia los iguales reside la más tierna expresión de solidaridad que ocupa toda la parte noble de sus corazones. Por el contrario, intuyo que algo atípico y oscuro le ha sido encomendado a esta imprevista abanderada del cambio climático, quien, tras haber sido reclutada para la causa, ha entrado en un malsano éxtasis. No es ella misma responsable de nada, tan solo una víctima de arteros manipuladores.

Ignoro si, desde los procelosos cuarteles de quienes hostigan el concepto actual de Occidente, han recurrido al arquetipo de niño prodigio que nació en un portal de Belén para insuflar fuerza a sus doctrinas, aunque aquel fuese pobre, palestino,  y privado de múltiples actividades extraescolares. La historia siempre trata de reescribirse, aunque casi nunca con acierto, y puestos a hacerlo hubiera sido mucho más deseable que los artífices de un movimiento restaurador se hubieran empeñado en  purificar otro aire: el de la cordura en nuestra civilización. Resulta muy evidente que de no limpiar con urgencia la porquería del materialismo consumista, que crece y se acumula  en nuestra mentalidad a pasos agigantados, si se producirá el  verdadero colapso del planeta. Al tiempo.

Greta: deja de ser un tonto útil, vuelve a tu colegio, relájate, y lee a Baltasar Gracián (está traducido a tu idioma)

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